miércoles, 8 de octubre de 2008

No me olvides


Ella la llamo Constanza
al oír el llanto de la niña que no tuvo
abrazándola le dijo a sus oídos que era su Consuelo
tejiendo trenza en sus cabellos
encerrándola en vestidos de princesa
intentaron juntas capturar la primavera
decorando de ilusiones sus uñas diminutas
en su mundo de poetas
enseño que razones no congelan al amor
recitando a Nervo en sus dolencias
cubriéndola con Bécquer reflejada en el amor
diciendo que Neruda supo una respuesta
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite
enseñándole un camino de Narcisos amarillos
Le dijo lucha, si lo pide tu interior
La respuesta que contesta la razón, termina por comerse el interior

La abuela
de cabello cortado en dos segundos
La dueña de juguetes de papel
pintora de ilusiones con lápices de cera
observadora de ilusiones
despertando con versos de poetas no leídos
secando llantos
balanceándose en la silla mirando un no me olvides
contemplo la luna dibujando los recuerdos
de otros marineros que buscaron en su mar
mas se fueron con palabras no grabadas que murieron sin lograrla despertar
llenándola de nada
hizo con los versos de su amado
un racimo de valor
incrustadas letras perdurando vivas en el tiempo
le dijeron
“nunca olvides tu valor”

la abuela y sus letras
con poemas destilando por las manos
de ese
que hizo morada en sus entrañas
enterrándole en el pecho su recuerdo
dejándole un puñado de palabras
que el tiempo
no saco de su interior
llorándo al releerlo
mirando su jardín de no me olvides
recitando aquel poema que no hizo
llorando el verso que espero y no volvió
la canción de Benedetti
mostrando el sentimiento marcado en su interior
A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.

Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza


En el más placido silencio
vino la muerte sellándole los labios
secándole por siempre ese llanto de sus ojos
la abuela
conto sus años comprando maceteros de cristales sin color
donde puso semillas de Narcisos
floreciendo sin perfume
pregunto a cada uno ¿dime porque un día se marcho?
llevándole la libertad a encerrarse en su montaña
en busca de sus letras
para oír a Dios recitar la creación
dejándola vacía
sin versos
los mismos que busco sin ser la inspiración
rasgando con sus uñas la prisión de no tenerlo
leyendo a Benedetti
sosteniéndola en los brazos
ansiosa de encontrarlo detrás de cada puerta
oyendo de sus labios sus poemas
aferrándole por siempre
diciéndole al oído
no me dejes tus palabras sin llevarte mi interior
llévame contigo a tu casa de cristal
permite que mis manos protejan tus Narcisos
y solo deja en mis oídos tus poemas
durmiendo juntos en nuestro paraíso

su poeta
intentando que el olvido lo llevara para siempre
dejando en su pupila su sentir
Tengo miedo
de que veas en que me convertí
más miedo de que partas sin que escuches que te amo
y aun más miedo de tenerte
marchándote sin mi

No me olvides plantados con sus manos
deslizando con sus dedos la frazada
tocando su caricia en su muro de pastel
recitando el sentimiento con las letras que el compuso
recitándole a Constanza el verso que dejo con su partida
para hacerla partidaria del amor
el mismo que leyó sin cobardía
recitándo en el lecho para siempre
el verso que dejo cuando partió

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

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