miércoles, 6 de agosto de 2008

Deuteronomio



¿Cuántos años tardaste en decir Deuteronomio?
¿aun siendo niña no sabias la razón?
repetir la ley enseña a un pueblo duro
vagabundos tras la tierra de su herencia
¿te atreverías a seguirlos?
oír la ley a cada instante en tu cabeza
cierra tus ojos y llega a ese momento
olvida por un día esa historia
y actúa como harías con tu piel
¿te ves?
cubierta de polvo tus vestidos
tus pies sangrantes por las piedras
mientras tus labios olvidaron la abundancia
mira a Moisés y ofrécele tu mano
¿lo seguirás?
o al rebelde sacerdote ansiando el manto del profeta
¿alentaras la rebelión?
¿dónde estás ahora?; ¿dónde estarías ese ayer?
cuanta fe ardería entre tus manos
al ver milagros caídos desde el cielo
hay días que los ojos necesitan un saber
hay otros que el pecho llora por creer
la vida enseña, pone desiertos, encapsula sentimientos
el niño crece a la altura de su hombría
la niña siente que el amor tomara sus manos de mujer
y el hombre quiere hacerse niño
recordando los pechos que lo hicieron
y el amor se queda en los recuerdos para siempre
¡la tierra prometida no se alcanza caminando!
decir Deuteronomio no era meta; ¡una palabra!
hoy es; ¡fibromialgia!
14 puntos de dolor partiéndote en el alma
pisando el ultimo desierto con la fe en las rodillas
siguiendo a un Moisés hastiado ya de andar
buscando a un Dios que olvido hacer milagros
mientras tu Egipto quiere aparecer
llevándote de vuelta a la tierra con las manos amarradas
comiendo abundancias con correas en el cuello
¿ves la tierra prometida?; ¡la tienes a tus pies!
un segundo, un minuto, una hora
seis días, dos semanas
30 días, quizás un mes
abundancia no es distancia
abundancia es condición
soportando los dolores conocidos
luchando aun con brazos decaídos
ir
en busca de la tierra interna que aparece en el dolor
cargando en tu mochila un pueblo que no entiende
impacientes caminantes dando vueltas
buscando lo mismo que han perdido
ir por ti
en el ultimo éxodo del alma
con 14, 15, 30 puntos de dolor
purificándote
mientras oigo tu silencio
enseñándome la fuerza que no tienes
el odio que explota sin saber que lo produce
las ganas de arrancar a no sé donde
para hallarte despierta sin penas en los ojos
arrastrando a tu pueblo sin báculo en la mano
sin panes cayendo desde el cielo
sin mares apartados
solo la abundancia que llevas en el pecho
tu tierra prometida entre tus manos
enseñándole a un pueblo duro de cernís
en tu última batalla
mientras Dios te lleva de la mano
y Cristo empuja tus espaldas
tu tierra prometida
la tienes; ¿no la ves?
¡la llevas en tu ser!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Luis Alberto ¿cómo estás? ¡¡bravo por atreverse a estos temas!!me encantó el uso que hiciste del estilo. Mi admiración señor :))Además está cargado de mucha fuerza. genial!!Besos grandes.

Lili

Anónimo dijo...

Excelente poema, fuerte, con fuerza y para retener. besos
Elisabet

Poly Vidal dijo...

Empatia es una palabra que pocos conocen y muchos menos practican.
Ser empáticos con las cosas del día a día puede no ser complejo, pero ser empático con el dolor de adentro, del físico, de la rabia que te da no poder hacer, con lo insoportable que resulta ser que los que más quieres no te entiendan, ser empático y poder expresarlo de tan bella forma, merece todo mi agradecimiento y respeto.


PV