Cuando me propuse escribir esto, fue intentando escapar de un cumulo de respuestas que aun después de tantos años permanecen en un abismo, la fecha no tiene mayor importancia e incluso el sector donde acontecieron los hechos no sirve describirlo, no recuerdo cuales fueron los primeros sentimientos que me invadieron, porque la vida se encargo de encontrar la manera de ocultarlos y hoy después de tanto tiempo en este espacio de reconciliación me atrevo en la mas profunda oscuridad a describir este acontecimiento del cual solo he compartido pequeñas imágenes, mi habitación esta gratamente iluminada, solo me acompaña una pequeña cama con un rustico velador donde he cargado mi muda de ropa, a un costado un escritorio donde conecte mi laptop con la luz suficiente sobre las teclas que aun no saben la tarea que me encomendé, esta todo nítidamente en escasos segundos y luego los sentimientos se encargan de confundir todo y después de tantos años, intento escribir para sacar una conclusión con estos trozos, sin contar con la habilidad que quisiera, pero no desistiré, después de estos días lejos de quienes pertenezco, quiero llegar con una carga menos en los muros de mi habitación emocional, sobre todo cuando las preguntas no llegan de primera fuente atreviéndome a empatizar con ese personaje que intento capturar con la impresión de mi corazón, porque en largos años de intentos fallidos de comprensión en base a hechos, lo único que he conseguido a sido llenarme de lagrimas de odio que dicen no merecer derramarse, socavando los buenos sentimientos sin permitir que la felicidad sea plena.
Cuando le conocí mis emociones giraban en torno a su figura, la vida era una ceremonia entre cuatro paredes que contenían todo lo necesario, la mujer que lo acompañaba tenia la habilidad de llevar en sus manos la sanación de nuestras almas y en sus labios la respuesta precisa de todos los acontecimientos que despertaban ante nuestros ojos, la percibía genuinamente hermosa, sus curvas marcaban perfección matemática, sus ojos pardos y profundos lograban penetrar nuestro silencio y sacarnos las verdades sin siquiera insistir en recibirla, todo lo que su aura generaba nos maravillaba, buscando las condiciones de meternos en su cama y gozar de las caricias mas perfectas, oliendo el perfume preferido delatando un placer ingenuo en su interior, rodeando con nuestras manos su cintura, para apoderarnos de esa hembra que soñamos nos pertenecía, pero no era así, la figura del hombre que la acompañaba por las noches nos hacia desistir, dejando nuestros cuerpos a la espera de un nuevo día, donde de seguro encontraríamos ese espacio disponible para nosotros, solamente se requería el sacrificio de encontrar el camino en la oscuridad matutina y a tientas sumergirnos en ese calor primaveral que nos inundaba en la mas perfecta de las mañanas. Nada en el mundo lograba el significado que ese rito acompañaba, subiendo la pierna sobre sus muslos a modo de posesión, incrustando el rostro en su pecho para oler la santidad de su alma salpicando al compas de su pecho las notas que conseguían llevarnos nuevamente a un espacio de imágenes imprecisas donde las aventuras parecían continuar, sin manchar sus labios con los besos que no nos pertenecían, improvisando con la frescura de nuestras manos el agradecimiento a la complacencia que nos dejaba disfrutar, aun después de treinta años puedo percibir esa sensación con la infortuna de no continuar abrazado a ella, la vida de improviso se encargo de bañar su silueta con una oscuridad que dejó en sus ojos la impresión de haber sido expulsada directamente por Dios del paraíso, con las manos frías los inviernos se esforzaron por descomponer los significados que parecieron perfectos, solitaria en plena compañía las preguntas llegaron de una vez llevándose consigo las respuestas que jamás la complacieron, catorce horas bastaron para dejar las marcas que nublaron su novela, y junto a ella el cuento de príncipes que nosotros disfrutábamos en sus manos, llevando entre los dedos las flores que el no mereció y si entregamos a ella para enaltecerla ante todos, demostrando ese amor pleno que nos ataba desde el inicio de nuestras vidas y que no fue capas de apaciguar su llanto, corrigiendo nuestras conductas por lograr una sonrisa, anhelando que su cuerpo volviera a la prístina condición que solo catorce horas lograron llevarse de un mísero golpe cargado de mentiras, engaños y metas que parecían perfectas para continuar, solo catorce horas la figura paternal fue atada con sogas cubiertas con espinas, derrumbándolo a un piso con piedras que lo despedazaron en millones de trozos, éramos unos niños y solo bastaron catorce horas para que junto a sus decisiones, se llevara nuestros sueños.
De el sabíamos lo suficiente para extenderle los brazos, dejarnos vencer por el sueño en la robustez de su musculatura y la perfección de sus manos, donde los males se apaciguaban y la vida continuaba al ritmo de sus esfuerzos, ella nos hablaba de la vida y como la distancia tenia un significado importante, sosteniendo la realidad en la que nos desarrollábamos, dejando en nosotros la importancia de alcanzar sus logros y venerarlo como hacia con ella, cada vez que llegaba y su sola presencia bastaba para sentir que la seguridad se adueñaba de nuestros muros y no había nada mas perfecto que saber que nos pertenencia, pero bastaron solo catorce horas para descubrir que también nos traicionaba.
La lluvia se encargo de azotar nuestro techo destrozando las habitaciones, el viento no encontró quien le resistiera llevándose nuestro minúsculo mundo interior, apagando las notas que dejamos impresas de una felicidad que tardo catorce horas en desaparecer, no entendíamos nada y al parecer mama tampoco lograba asimilar la noticia que un par de hombres llevaron aquella noche a nuestro hogar, la vimos doblar las rodillas y jamás incorporarse, sus cabellos blanquearon y para cuando la tierra se encargo de llevárselo al interior de sus fauces, ella había envejecido sin pasar por la adultez, aun era una joven cuando nuestro padre jamás regreso, la noche anterior llevo un par de camisas y una fotografía de todos reunidos para no olvidar que debía regresar, ambos sentimos sus labios afectuoso esa mañana, cumpliendo con las caricias antes de partir por unos días, dejando la habitación a nuestra disposición, encargándonos mutuamente a la tarea de proteger a esa mujer con quien había concebido una pequeña familia de cuatro integrantes, pero esa mañana sus pasos no fueron en busca del camino rutinario, catorce horas después de ese ultimo beso, le encontraron en la carretera con tres disparos en el estomago, desangrado, la mirada llena de pavor y las manos cubiertas de pecados.
A un costado del vehículo una muchacha manchada por la sangre que no le pertenecía, intentaba desviar la mirada de la mujer que reclamaba la vida del hombre que dejo en el vacio a un par de niños, intentando ordenar un cuadro que después de treinta aun tiene el mismo abismo en sus almas, mirándose a los ojos por describir los últimos cinco minutos en la vida de quien tomo esa decisión y pago con el odio de quien dejo que la ira apretara el gatillo, nadie sabia de sus infidelidades, los domingos en la iglesia comulgaba llevando su camisa preferida y a ambos tomados de la mano, dejando que su hombro recibiera la cabeza de mama, mientras el párroco daba el sermón desde el pulpito, nadie sabia, nadie pudo creer que la escala de valores en su interior estaba distorsionada, ninguna gota de arrepentimiento delataba la lucha que pudo llevar en su interior, sobrepuesto al dramatismo del mundo familiar quedo suspendido en una nube donde todos contemplábamos desde las alturas un mundo al cual creímos no pertenecer, derrumbando junto a ese trió de balas en su interior nuestras almas, obsesionando los cuestionamientos que pudo sentir en sus últimos minutos de vida, que junto a mi hermana concluimos en cinco minutos, no se de donde llegamos a esa cantidad de tiempo, tal vez la muerte apago con su dedo en una fracción de segundo sin que este hubiera llegado a cuestionar la condición en la que nos dejo y, hoy después de treinta años, me encierro en un cuarto alquilado con la esperanza de oír a mis hijos antes de dormir, abrazar a la distancia a la mujer que si me pertenece, y redactar de la mejor manera un capitulo que ya es tiempo de concluir.
Ayer llame a mi madre antes de partir, siento que aun percibe mis ganas de volver a dormir entre sus sabanas y poner mi pierna sobre sus muslos en un rito de egoísmo infantil, aun sigue recomendando que y como hacer mis cosas, abrazando a sus nietos y conviviendo en un espacio de madre que pertenece a otra.
No he podido desligarme de ella, los nudos que el tiempo fue tejiendo entre nosotros están apretados tan fuertemente que pensar en desanudarlos es imposible, al volver a casa luego del incidente, nuestra cama no volvió a recibir nuestros sueños, emigramos con todas nuestras pertenencias encerrando con nuestros diminutos cuerpos, el silencio de esa hembra que reincorporo sus rodillas manteniéndose firme en sus responsabilidades, aferrando a sus criaturas mientras no dejaba de mostrar sus garras al mundo que nos envolvía, sus labios de un ayer lleno de brillo se sellaron a los encantos que procuraba mantener y de ellos solo oímos palabras razonables que fueron las responsables de continuar sin lamentaciones, manteniendo los ritos familiares de los domingos y las diarias aventuras que reforzó acompañándonos en el jardín, nublando las amarguras en un reino donde los dramas no pertenecían, aun con la mirada en alto enfrento la lastima que caía a sus manos, levantando su cuello con la seguridad de no ser la responsable de los pecados que sabia no le pertenecían, ayer una hembra encantadora que se deslizaba con un macho que la hacia sentir lo mas importante en el universo y ese ayer donde encontró nuevos campos donde sus enfurecidas garras fueron en busca del sustento que comenzó a faltar, corriendo por las mañanas levantándonos con los ojos cerrados demostrando lo autosuficiente que era, sin permitir que otros se responsabilizaran por personitas que solo a ella pertenecían, dividiendo el tiempo estratégicamente para limpiar la casa, lavar nuestra ropa, preparar las comidas y educarnos, catorce horas fueron las culpables de demostrarle de que estaba hecha, catorce horas que sacaron de los libros las respuestas que afanosamente buscaba, catorce horas que el arrepentimiento y el perdón se hicieron vivos en sus ojos, replicando de vez en cuando con el fuego ardiéndole en sus ojos, el perdón que no encontraba en ningún lado.
Dibujando siluetas en las arenas junto al mar para improvisar las lecciones que se afano por otorgar, “Por que los reyes son reyes cuando los hombres se arrodillan”, los inteligentes son inteligentes porque otros son mas tontos, traduciéndonos la idea y así continuo jugando con ese dicho, ensenándonos que los limites no existían, derrumbando nuestras barreras de pobreza y lamentaciones, dejándonos frente al sol para elevar nuestras vidas mas allá de las nubes, desplazando todos los limites que se insertaban en nuestros ojos haciéndonos percibir un mundo distinto al que nos rodeaba, juntando maderos para levantar nuestro techo, sellando las fisuras que desperdiciaban el agua que nos abastecía, decorando las paredes con siluetas que aprendimos a dibujar para crear un hogar con las pocas monedas que siempre escasearon, enseñándonos cuan ricos éramos por contar unos con otros, el valor de cada segundo con sus ojos llenos de brillo, el contacto de sus labios en nuestras mejillas y el sabor de sus caricias que nos adormecía, fue y es, la mas inmensa sensación de riqueza, al igual que fuimos creando otros afectos que completaron lo que ella puso en nuestros corazones, la hembra de la casa, abrazada en la comodidad de su cuarto y catorce horas después llena de un vacio que llevo una vida cubrir.
Cuando todo debió derrumbarse ella se levanto y junto a ese empuje nos elevo a nosotros, no dejo espacio para lamentaciones ni cuestionamientos, fijo la mirada en la visión de un futuro esplendoroso injertando en nuestro pecho el orgullo de ser luchadores constantes sin que nadie pudiera hacernos sentir que no teníamos nada, autosuficientes acróbatas sobre una cuerda sin tensión que existía entre lo que éramos y lo que deseábamos ser, paso a paso con delicadeza usando todo lo disponible en nuestro interior, cuidando lo que no teníamos y dando gracias por lo que un día nos pertenecería, Dios había dispuesto un camino distinto y ella nos enseño a aceptarlo, no teníamos la edad adecuada para entender las causas de la partida de quien nos sustentaba, no tuvimos la edad para malgastarla en juicios que sabíamos no nos pertenecían y con calma descubrimos que cuando fue el momento, no valía retroceder, porque las heridas cicatrizaron de diferente manera, aunque todos sabíamos que internamente permanecía la infección en cada uno de nosotros, por eso esta noche me atrevo a escribir.
No tengo claro como y porque sucedió, durante la ceremonia religiosa recuerdo vagamente el rostro firme de mama, vestida sutilmente permaneció inmutable mientras de sus labios dio las ultimas palabras, no pude retenerlas a causa de mi edad, pero en los rumores futuros comencé a unir trozos de lo que pareció una gloriosa despedida, sin juicios o condenas, sin lagrimas o temores, doblo la hoja que había terminado de ser escrita y se concentro en la que debía completar, extendiendo un perdón sano a favor de su interior apuñalado, no permitió que contempláramos el rostro de ese hombre para dejar la impresión de sus últimos segundos besando nuestras mejillas, esperando que un día regresara por nosotros, a ocupar el sitio que le pertenecía y que nadie lleno.
En algunas noches me tendía mirando el techo tratando de ser el, en esos cinco minutos finales, desabotonaba la camisa en busca del aire que escapaba por los pulmones, volvía a ese beso que nos otorgo llenándome de una desesperación asfixiante, me imaginaba como sus propios demonios le machacaban la conciencia, tratando de incorporar los pasos en busca de un auxilio inmediato, imaginando aquellas historias en que el espíritu llega a despedirse de quienes ama, en cuya condición no debe haber sido autorizado, alejándose en oscuras lagrimas que dolían mas que las heridas producidas por las balas, cuestionando lo que había puesto en las avenidas transitadas a la espera que la muerte hiciera su trabajo, aun hoy me ahoga intentar ese lugar que le correspondió solo a el.
Lo imagino pensando en mama, recorriendo los labios que le pertenecían, esperando la sensación de las caricias que compartieron y las consecuencias que formaron, inundándose de cuadros abstractos deformados en los cinco minutos que el respiro se diluía, con la muerte a un costado congelándole la vida, mirando de frente a sus raíces para darle con furia y sacarlo para siempre, consumido en el desorden que no pudo corregir, volcando su interior a sus años prematuros donde todo lo importante se agrupaba, pero el mundo con su forma estableció en su rutina la soledad de pertenecer a quienes no pertenecía, la manera de creer en cosas vanas, intoxicado en soledad cuando estaba entre esos que tanto le querían, apartado de nosotros dejo que los impulsos gobernaran su interior, perdiendo la energía de volver a su camino, olvido como recordar las palabras del sermón sentados juntos con un manto de problemas que de seguro encontraríamos como resolver, porque eso es una familia, cuando juntos vimos como el cielo se encargaba de otorgarnos garantías, la mesa se llenaba de comida, y en la esquina un dios humanizado, que encontramos para dar de nuestro cielo, enseñándonos a contemplar que en la pobreza también hay paraíso. ¿Cómo conseguir que la empatía me enseñara a sacar de esos minutos el perdón que aun no extiendo?, culpando las arrugas que en mi rostro marcaron su sonrisa, las grietas en sus manos fueron suyas y en la esquina preferida donde el nos gobernaba, cada espacio se hizo mío. ¿Por qué papa? suelo preguntarle mirándome al espejo, mirando sus ojos en los míos, el calor de mis manos que deje entre mis hijos y ese afecto que después de tantos años aun llevo en el pecho, ¿Por qué papa?, dejaste que el invierno azotara eternamente en la mujer que no lo merecía, tragándose su instinto de mujer enfocando aquel amor que aun le hervía, congelando su cabeza cuando alguien se acercaba, ¿como puedes alcanzar la fe, después de ser aniquilada?
Encajándose un millar de libros en sus ojos, buscando las razones desgastando sus pestañas, creía en Dios y en la alta vara de que todo lo podía, conoció las ecuaciones sin saber como aplicarlas, sentía en carne los deseos de seguir sintiendo vida, dejando en cada noche los labios en un cuerpo que dejara sus angustias encerradas a favor de lo que aun quedaba por vivir, pero el miedo le partía, ¡la verdad os hará libres!, decía y repetía escondiendo sus mentiras, esas gotas de dolor que llegaron esa noche, las dejo tan olvidadas que creímos no existían, aun los prados que sembramos y la vida que formamos continuo sin comentarios, ¡solo los dioses pueden con esto!, murmuraba sin dejar la mirada de su techo, elevando inspiración a favor de sentir menos y saber un poco mas.
Hoy con otros años y en la piel incrustada la doctrina vivencial, cumplido mi camino con otra hembra, y un racimo de recuerdo que dejo la juventud, la veo fiera como nadie luchando contra ella, enfocándose en nosotros por no perder el norte, he cumplido sobre treinta y respiro como trece, ¿Cómo pudo?, como hizo esa mujer para olvidarse de su cuerpo, caminando sin mirar a otros, durmiendo con el frio y en sus manos las goteras de los besos que no estaban, que misterioso sacrificio la llevo a solo vernos, olvidándose de ella. Ahora después de escribir tanto, entiendo lo que dice mi mujer, ¡tu la amas demasiado! Y como no hacerlo si lucho contra todo, incluso contra ella misma.
Todo hombre aplaude el adulterio, se fornica en cada esquina y en las oficinas se trafican hembras nuevas, respiro el despilfarro de quienes buscan retos, que las haga las mejores si se lucha por buen sexo, ¿Cómo lo hizo?, perdonando a un macho que murió entregado en otros brazos, llevándose en catorce horas su hombría en las balas de otro traicionado, apretando con furia ese gatillo, llevando junto al sonido de tres balas las letras de la muerte, la vida de quienes si le pertenecían, y en este cuarto, no consigo que las letras me acompañen, retumba mi teclado y no aparece la respuesta, a instantes llega de ese mundo a escribir junto a mis teclas y cuando puedo oler su perfume, toma mi egoísmo construyendo un racimo con la ira, y desgarro mi locura por verle aparecer, sintiendo su beso en la mejilla, y oírle decir, ¿me perdonas? llevándole de vuelta a mis paredes, con ese afecto que nunca más pude sentir.
Las horas del reloj se llevan mis minutos, no consigo que mis letras le traigan a mis brazos, resolviendo como hombres este asunto que un niño no pudo concluir, aun no es tarde y el viento tibio asfixia la habitación, en mi maleta un par de cartas con dibujos simples me enseñan que es tiempo de acabar con esta historia, “lo mataron por patas negras”, así apareció en la portada de un diario nacional, justificando la mano que presiono el gatillo sin descubrir que después de catorce horas y mas allá de 30 años, la confusión se quedo en un espacio de dos pequeños sin que esta concluyera de manera adecuada, y veo las letras de esos mis pequeños sin entender como pudo atreverse a jugar con nuestras vidas, como pudo su egoísmo convencerlo que estaba en el lugar adecuado, olvidando cuanto le necesitábamos, ¿Por qué?, el aroma de otro cuerpo fue capaz de sacar de sus narices el aroma de quienes le reclamaban su tiempo, encaramándose en su espalda, mientras los pequeños brazos intentaban rodear su espalda, ¿Por qué?, olvido lo que éramos y lo que hoy se perdió ser, sin merecerlo, sin el valor de cruzar el umbral de la muerte y ver como sus nietos crecen sin tener quien juegue con ellos, porque solo bastaron catorce horas para descubrir el lado oculto de la luna, con el canto de voces oscuras que buscan respuestas, silenciosas voces con los labios amarrados con púas oxidadas, sonidos dolosos que no llegan a la fuente del perdón y que hoy, en esta habitación, después de 30 años aun permanece sordo a su ruego, solo bastaron catorce y mas de media vida para no resolver un drama que en solo cinco minutos se encargo de llevarse su vida y la nuestra.
Dos tazas de café no detienen las ganas de tirarme sobre la cama y dormirme de una vez, dejando nuevamente inconcluso el arreglo de hombres a favor de una reconciliación que demoro demasiado, unas botellas con agua fría y dos trozos de pan, una bolsa de caramelos y dos cajetillas de cigarros importados, en la televisión repiten acontecimientos que son reflejo de lo que mi piel vivió, no entiendo como puede llamarse humanidad, como después de dos siglos siguen lanzando por las altas pirámides a niños para apaciguar a los dioses, desgarrándoles el alma con el ritual espiritual que los lleva del paraíso al infierno sin pasar por intermedios, descuidando a las victimas y los victimarios, idolatrando como en Sodoma a los que nutren sus vidas con despilfarros, aplaudiéndolos por las altas cúspides que compran con el dinero que otros jamás verán en sus vidas, sacudiéndose con cuerpos juveniles que venden su belleza, inflándose las tetas volviéndose provocativas hembras que buscan quien apague y pague sus placeres, ¿y donde quedan los niños?, que dios dentro de su omnipresencia tapa sus oídos para no escuchar los ruegos de quienes solo buscan un espacio donde sentirse protegidos, para convertirse en un hombre como yo, lleno de rabia por esta ausencia que no merecía, lleno de asco por los mal llamados humanos, que se refriegan en las esquinas con una botella entre las manos a la espera de una moneda que sume el valor de otra mas, sin sacar de su frente una gota de sudor, encaramándose sobre las murallas de casas que no le pertenecen para apoderarse de los bienes materiales y junto a ellos dejar el temor incrustado en quienes nunca les esperaron, pensando que un día fueron niños, dóciles, quietos y llenos de esperanza, transformados por una sociedad que les oculto las oportunidades, dejándolos a la deriva sin una pisca de arrepentimiento, por quitar de las manos de esos indefensos la educación y poner en ellas un par de cuchillos o un arma que termine por llevarse a quienes no alcanzaron a arrepentirse o otros que no lo merecieron, dejando un vacio que no lo completa el entendimiento, por que la razón juega con las ideas cambiando las situaciones a medida que las experiencias de la vida nos muestran maneras distintas de ver la realidad que nos supera.
Lo mismo que he intentado comprender, si en vez de el hubiera sido ella, o si el arma hubiese sido disparada con su mano, o que en definitiva su silueta se apareciera normalmente todos los días, entregándonos ese afecto que siempre creímos que el tenia, ¿Qué cambiaria?, seria el afecto hacia esa mujer una devoción como lo es ahora, la vida se encargaría de entregarnos las oportunidades que en la miseria creímos merecer y hoy después de tanto caminos, parece que la desgracia se convirtió en nuestra mejor bendición, ¿Cómo seria?, si en el camino donde le hallaron lograran recuperar su vida pecaminosa y dejarlo al medio de nosotros para tenderle nuestras manos, a pesar de todos los dilemas que significaría darle un cariño que no merecía, ¿la misericordia se hubiera encargado de sellarnos las heridas?, mirando los días por venir como lo mejor que nos ofrecía dios en ese momento, son tantos los cuestionamientos que la computadora recibe mis letras y después de unos minutos desaparecen para cambiar la visión, comprendiendo que dios es el único capas de tomar estas determinaciones, dejando a la deriva a un par de crías de cortos años y en el completo vacio a una mujer que nunca lucho en todos los frentes de batalla, llevándola de su placentero hogar a tener que soportar un ramillete de idiotas que solo la miraban como hembra, despreciándole el saludo porque el estatus social no se los permitía, caminando largas avenidas sin un peso en los bolsillos, dejando a criterios humanos la obtención de los medicamentos que se volvieron parte de su dieta, ocultando los ojos de esos que no sabían como reaccionar, librando la peor de sus batallas, intentando sacar lo mejor de si.
Son tantas cosas que no comprendo, son tantas condiciones que debería comprender para liberarme de estas cadenas que todo se llena de una niebla imposible de aclarar, los niños con su normal ingenuidad preguntan de cuando en cuando por su abuelo, dejándoles solo un pedazo de esa verdad porque no comprenderían.
Las horas han desaparecido con calma, mi mujer tenia razón, es una buena terapia enfrentarme cara a cara con la verdad, esa que fue escrita en mi interior y dejando que el se defienda con aquella que le pertenece, lo enfrento mirándome al espejo, mientras escribo todas estas cosas para ver si desaparecerán de una buena vez, mi madre se encargo de poner en nuestros corazones latidos humanos, dándonos las directrices de la misericordia y la justicia, dejando que el perdón llegara a su tiempo, sin creer que era el egoísmo el único invitado que nos negaría la felicidad plena, porque aun le necesitamos, tanto como aquellos días, aun mas que antes, porque al tocar nuestras estrellas también queríamos que el viera con sus ojos aquel brillo, llevándole nuestras medallas, los logros que alcanzamos y decirle en definitiva que valió la pena la lucha por continuar siendo familia, la misma que después de catorce horas dejo de serlo, dejándolo en el frio de la noche con solo unos minutos para intentar componer los afectos que se quebraron como un delgado cristal en mil pedazos y que nadie en este mundo parecía tener el conocimiento para componerlo.
Todo hubiera sido distinto, cada una hora me paro frente al espejo esperado verle aparecer, y decirle con esta voz de adulto que todo hubiera sido distinto, hoy no seria un día para componer el alma, hoy no seria un día de amargos recuerdos, hoy seria nuestro día, dejando que sus poderosos brazos nos recompensaran con un profundo abrazo, mientras que nuestros labios llegarían a su mejilla para agradecer la permanencia, ya mañana será otra historia que solo le pertenecen a tres protagonistas, solo a tres, que en la iglesia concluirán con el evento de dejar en los brazos de un desconocido a la pequeña niña que mama se encargo de convertir en mujer, y tengo miedo que su historia se manche de amarguras, tengo miedo que el amor solo sea una ilusión y mas temor de no estar disponible por completo para componerla, tomando su brazo en el camino a una nueva vida, representando a ese hombre que nadie merece tener como compañero, tal vez mama se encargo de enseñar una nueva lección al pedirme que sea yo quien la entregue a los brazos de un desconocido, representando la fuerza que las une, queriendo sacarla de sus brazos y llevármela lejos de todos, queriendo que el egoísmo y el miedo sean los triunfadores, pero hoy permanezco en la soledad de esta habitación que no me pertenece, lejos de la mujer que amo y los hijos que me esperan, a un costado aun en la valija, el traje con que mi padre hizo los juramentos ante dios, mi madre se encargo de llenarlo con gotas de su perfume, y con este porte y años, mas de una lagrima rodara al verlo entrar nuevamente a la iglesia, con los vestidos limpios de pecados para entregar a la hija, que aun lleva el brillo de sus ojos.
Hubiera sido un día magnifico, como aquellos cuando las metas se fueron cumpliendo, cuando los huesos se fueron estirando y comenzamos a ser los fuertes del hogar, acomodando los muebles, cubriendo las ventanas y dejando las tareas mas simples a esa mujer que le otorgamos las llaves del cielo sin pasar por juicio alguno, se lo merecía, pudiendo entregar una carta con nuestras huellas impresas para testificar ante los ángeles del cielo o los demonios del abismo, que ella merecía ser contada entre las huestes celestiales, porque si alguna vez tuvo un misterio para nosotros o algún pecado oculto le pudrió el corazón, fue capas de continuar sin dejar una impresión que no permitiera sentir que nuevamente estábamos siendo abandonados, es cierto, los niños son unos egoístas, pero es un sentimiento tan noble como el acuerdo de traerlos al mundo para constituir las alianzas de un hogar, quizás el lo supo y se acerco mirando como intentaba renacer, sabiendo cuanto merecía ser amada y ser quien recibiera ese afecto que a el no le importo perder, en su mundo de adultos supo continuar enfocada en entregar lo mejor de si para nosotros, y aunque el cielo se abriera de par en par para mostrar al mundo que ella no merece la corona que pusimos sobre su cabeza, de seguro tendrían que llevarnos colgados de sus brazos por que ella se encargo de componer el afecto de manera tan completa que la ausencia de ese hombre la lleno su compañía poniendo al alcance de nuestros corazones un amor maternal y paternal, sin llegar a sentir que uno de los dos faltaba, el propósito mismo de la creación fue para ella su mas noble tarea, y hoy después de tantos años nada en mis labios mancha lo que significa en la vida de esos a quienes tuvo en su interior y posteriormente se encargo de encaminar, para terminar entregándoles las llaves de la madures, enseñándonos los caminos, otorgándonos la libertad de decidir cual era el mas importante para nosotros, evaluando las pisadas, porque la experiencia nos enseño que en solo catorce horas se puede destruir un hogar y levantarlo lleva la voluntad de quienes se atreven a edificar con los mismos ladrillos, esta ves con las manos mas débiles y un corazón lleno de heridas que no es capas de entregar la suficiente fuerza para avanzar.
Fue durante este espacio de ira que las lagrimas llegaron, hace muchos que se ausentaron, en la pobreza en la cual habitamos las lagrimas eran signo de debilidad y al parecer la piedad no le pertenece a nadie, defendiéndonos levantamos el respeto que merecíamos, aun con el rostro lleno de machucones y los ojos de color oscuro por algún golpe que llego de improviso o de una mano que doblaba en tamaño la nuestra, revolcándonos por no ser pisoteados, empujando a esos que se atrevieron a lanzarnos palabrotas de huachos sin padre, no fuimos lo suficientemente humildes para volver a poner la otra mejilla, en justa defensa levantamos los puños y tantas veces como la fuerza de otros nos hacia caer, nos volvíamos a levantar, endureciendo el cuerpo y también los sentimientos, contra todo lo que nos rodeaba, sin notar que las murallas que levantamos fueron cercando la niñez entre rocas que se encargaron de detener las lagrimas sin dejarlas salir de nuestros ojos.
Ya han pasado varias horas y nada cambia, los sentimientos dan vueltas por mi cabeza y parece imposible salir de esta habitación siendo distinto, e tenido el valor de sacar el traje de mi padre de la maleta y tenderlo sobre la cama, el aroma que mi madre impregno me trajo un recuerdo delicioso, parece que la vida se fuera en picada hacia el pasado y que de pronto vuelvo a percibirlo, llevándome a esos gratos momentos encumbrándome en sus brazos, intentando con los míos tocar el cielo, lo percibo, como un conjunto de pasos que retumban mis oídos acelerándome el corazón, ansioso de verlo aparecer detrás de la puerta y darle un beso de bienvenida, sosteniéndome en ese universo en que hoy sostengo a los míos, solo al ser padre se percibe el otro lado de la historia, aun con las piernas agarrotadas y los brazos decaídos nacen fuerzas cuando veo a los míos venir, dejándome acariciar con sus besos, sin permitirles que se marchen sin saber que son lo mas importante en mi vida y que no permitiré que catorce horas construyan en ellos un mundo distinto al que hoy habitan, porque el tiempo gira en un solo sentido y el espacio infinito no es mas que una habitación donde permanezco en uno de sus rincones, impregnándome de aquellas pequeñas cosas que entregan un sentido, porque después de tantos logros alcanzados no hay nada mejor que estar con quienes pertenezco, tenderles mi mano cuando la requieren y favorecernos con la complicidad que nos envuelve, porque no seré capas de resistir esos cinco minutos finales estando en una posición a la que aspiro, rodeado de esos que me pertenecen y viendo desde mi altura un manojo de lagrimas que si vale derramar, oliendo el perfume de flores a mi alrededor envueltas por los afectos, humedecidas por las caricias y llevándome entre sus hojas de regreso al sueño profundo, donde en solo cinco minutos sentiré que alcance el paraíso, y en esa sensación podre marchar lejos de todos, sabiendo que vivo en cada uno de ellos, ¿acaso no es eso la eternidad?, y mientras viva en los recuerdos continuare viéndolos crecer, aumentando sus pasos en la felicidad que quisimos entregar, soportando las tormentas con la fuerza que pusimos en sus brazos y desgastando el corazón por todo el afecto que aprendieron de quienes le trajeron a este mundo.
Después de evaluar el fin de mi vida, me atreví a verla de una perspectiva distinta, me rodee de un puñado de esos que se hacen llamar amigos, sonreí de las estupideces que caían con cada trago, observando una libertad que no me apeteció, intentando percibir cuando fue, y porque dejamos de ser mas importantes para el, sin llegar a conseguirlo, las demarcaciones entre lo correcto y lo incorrecto no me permitieron reconocer la razón de ese vacio que otros llaman plenitud, dejando que el trago les nuble la razón y los termine por convencer que beben de una fuente eterna donde permanecerán libres de los males que los acechan, pero al concluir todo regresa y junto a los dilemas de los cuales intentan escapar, desgastan el cuerpo creyendo que abusar de el, no traerá consecuencias, para llegar al final de los años sin tener quien entregue una caricia verdadera, enfatizando que el aprecio que entregan es solo una retribución de aquella que recibieron, observando los ojos ya cansados con la misma dulzura de años prematuros, dejando en las marcas de los años caricias verdaderas en los pliegues de la edad, ¡eso quiero!, sentir que tengo quien ofrende besos a mis mejillas, tener quien cubra mi falta de fuerza con sus brazos, llevando en su pecho un orgullo inmenso de haber tenido quien caminara sus pasos dejando una hilera de huellas por donde la felicidad no escaseara. Notando las diferencias de actuar correctamente, sin importar que el mundo diga lo contrario o que los mal llamados amigos insistan en lo equivocado que nos encontramos, pero eso fue parte de mi educación, de las horas de una hembra que no dejo espacio para que en su historia futura existiera otro macho del cual sentir un arrepentimiento que no le correspondía, insistiendo y remarcando que las decisiones son enseñanzas vivenciales que muestran que tipo de educación se entrego en los años prematuros, existiendo un esfuerzo por considerar que el error solo fue la conclusión de muchos olvidos que fueron quedando en su vida y el final solo un resultado esperado que en cualquier minuto acontecería, eso era amor, no un ciego conocimiento por cubrir su falta, sino que al igual que Cristo desangrado en la cruz, ella miro al cielo y exclamo, perdónalo, porque no supo lo que hizo.
Cuando cumplí la mayoría de edad conocí a esa mujer que lleno sus vestidos de una sangre que no le pertenecía, aun en sus ojos se percibía un vacio enorme, sus pasos desacordes dejaban en evidencia que en su interior los males estaban acabando con la belleza que un día tenia, porque la maldad interior comenzó a apoderarse de esa figura perfecta distorsionando la que reflejaba, desde la distancia la observe mientras jugaba con un par de niños en un parque, mi madre no dejo que en sus labios saliera una condena, enfocándose en lo que quedaba por delante sin mirar hacia atrás, dejando que continuáramos con la misma naturalidad transitando las misma calle por donde ella se desplazaba, limpiando de nuestros ojos la ira que depositaban los que nos rodeaban insinuándole a nuestros corazones que la venganza era lo correcto, sin saber que detrás de nuestras murallas la enseñanza era perdonar, intentando levantarse a pesar de los azotes que llegaron a nuestras espaldas, porque el camino que ella vio adelante de nosotros fue distinto a esos que nos rodearon, ella nos vio perfectos y en esa perfección no cavia el odio y el rencor, consiente que la historia vivida un día debía enfrentarse para llegar a una conclusión con la madures que los años otorgarían, bien pudo dejarnos a la deriva, victimas de los malos sentimientos, y hoy estaría en una situación distinta si no hubiera sido por esa determinación de hacernos diferentes, de contemplarnos cada mañana para entregar lo mejor de nosotros sin esperar conseguir mas de lo que mereciéramos, o alcanzar metas que no fueran las que éramos capaces de alcanzar, sabiendo que ella entendía que lo mejor era continuar y no detenerse en esas catorce horas en que su vida cambio radicalmente y la nuestra continuo elevándose a planos de crecimiento y arrepentimiento, por lo mismo no fue extraño que nos permitiera jugar con los hijos de ella, luchando sus batallas internas sabiendo que la misericordia no le roba a la justicia, y que en esta historia otros eran los responsables.
Parte de esas batallas me enseñaron a comprender que bien las relaciones matrimoniales nacen en un paraíso emocional intenso, ese no debe cambiar al ir tomando responsabilidades financieras al formar nuestro propio mundo o responsabilidades de padre que desgastan la vida, pero no debe cambiar el paraíso emocional inicial, entendiendo que todo comenzara a cambiar y que se pondrá a prueba lo mejor de nosotros, sin dejar de mirar ese norte donde apuntaron los deseos de amor hasta que la muerte nos separe, y eso logra continuar haciendo que los años sumen razones de comprensión, batallas y alguna que otra desilusión que solo un buen dialogo es capas de reparar, ¿Qué hubiera sido de mi con otra historia?, hay días que me lo pregunto mas de la cuenta, ya que la base es la que determina gran parte del desarrollo futuro y a pesar que catorce horas fueron capaces de eliminar todas las protecciones que envolvían nuestro mundo, fue gracias a todo eso que crecimos cimentados en enseñanzas vivenciales que nos permitieron tomar los caminos correctos, sin entender si fue el dolor lo que nos mantuvo algo vacios o la poca comprensión de un dilema que de seguro mantiene las heridas putrefactas al no sanarlas a favor de todos.
Me detuve un instante para volver al espejo, y enfrentar mi rostro como si fuera el de el, la camisa de su traje esta sobre mis hombros y en los pies he calzados sus zapatos, creo que he sido asertivo por muchos años sin darme tiempo para empatizar, no debe haber sido fácil todo lo que vivió, la vida con todos sus conflictos económicos y emocionales le requería completa dedicación, y puedo después de ver los pliegues de mi rostro que hay días que solo se quiere arrancar de este mundo y ser un individuo egoísta que espera adulación, tal vez ambos se olvidaron porque decidieron estar juntos, y que lo mejor que tenían eran ellos mismos, mi madre hoy sigue sola, habitando una casa llena de recuerdos, levantándose sin tener quien caliente sus manos o bese sus amaneceres, sin quien corrija sus errores o suavice sus rabietas, manteniéndose presente dejando que el egoísmo de quienes le pertenecemos sea complacido, o es el mismo miedo a las circunstancias vividas las que dieron fuego a su determinación de abrazar la compañía de sus criaturas y la soledad de los afectos.
El frio llena la habitación, ya termine de escribir un puñado de ideas que de seguro tardare una vida en corregir, por lo menos desde ahora en adelante podre comenzar con algo real en que apoyar mis pies, después de este mes, tendré que volver, pasaran treinta días con estas letras en mis manos para ver como veo la historia de nuestras vidas, y subir un escalón para no retroceder sin notarlo, sintiendo que el afecto por quienes amo no disminuirá, y que el rostro de papa se apodera de mi espejo, diciéndole a mi pecho que ahora como hombre lo comprendo un poco mas, lo peor de toda esta historia es ver cuanto tarde en ponerme sus zapatos, sin notar que la aspereza de todo lo vivido continuo haciendo grietas en mi, perdiéndome la oportunidad de haberlas dejado cicatrizadas mucho antes.
El espejo juega con mis emociones, lo veo aparecer cada vez que contemplo mi rostro, sus huellas están impresas en mis facciones y mama se encargo de acomodar mi corazón, quizás por eso tiendo mi mano intentando cruzar ese umbral y acariciar sus ojos tristes, deslizar mi mano por sus cabellos y decirle que después de treinta años estoy con el, buscando retroceder a ese instante donde el ultimo suspiro de su corazón fue en el silencio de una carretera, desangrándose sus sentimientos por que sabia que Dios no le dio tiempo para arrepentirse, que ese beso que dejo en sus hijos aquella mañana había sido el ultimo y la declaración de afecto por su mujer no fue la que ella merecía, desabotonando su camisa dejo que mis manos controlen el daño en su pecho, sabiendo con el brillo de sus ojos, que no es lo que mas duele, porque en ese instante retrocedió a esos días que el amor nos envolvía, caminando de la mano por senderos polvorientos, soportando en sus brazos a sus hijos y llenando de besos a su hembra, queriendo entregarle con mis manos mas tiempo para verlo aparecer en su habitación y decir abiertamente cuanto se arrepiente, las lagrimas en sus ojos llevan gotas acidas que carcomen, su voz se difuma en el espacio y el ruido no llega a sus muchachos, un abismo eterno de dolor moja sus mejillas, al ver que sus amigos no lo fueron, y quienes mas le aman están al descubierto recibiendo la peor de las tormentas, porque su mundo se fue en sus mejillas al regresar cuando ya era tarde, dejando un infierno en su interior privándole alcanzar el perdón por saber no merecerlo, sintiendo que sus pasos retroceden cuando ve donde se encuentran sus raíces, notando que los niños ya crecieron y en su pecho lo peor lo puso con sus manos, pero tarde busca lo que sabe no merece, conteniendo ese llanto que sus ojos no complacen liberar, y creo sentir sus manos en mi hombro, susurrándole a mi oído que nunca me ha dejado, y el cuello de su camisa cierro intentando que jamás vuelva a partir, el aroma de su ropa se impregna entre mis poros, sus zapatos me dirigen hacia ese camino que sabe que perdió y deja entre mis labios un beso que espera entregue yo a su hija, no tiene sentido continuar, el perdón le pertenece a Dios y a mi solo los ruegos de verle en paz junto a los míos. Porque el conocimiento jamás llego y nunca llegara, pero percibirle a sido injertar en las heridas los ungüentos que las cierren para siempre, mañana será un día especial, vestiré sus ropas y después de tantos años mi madre volverá a verlo entrar a la iglesia, esta vez para entregar a su hija, mientras ella dirá a sus nietos que el abuelo se ve encantador, yo sonreiré, porque de seguro Dios dejara que el acompañe mis pasos, iluminando el rostro para salir de una vez de su condena e irse para siempre quedándose entre nosotros.
Porque derramare las lagrimas que el no pudo en su momento, abrazare a mi madre diciéndole con sus labios que la amo, a mis hijos diré a sus oídos que su abuelo siempre besa sus manitos, y en los ojos de la novia veré que el continua, porque después de catorce horas el mundo se hizo cuesta arriba, y después de tantos años alcanzamos las alturas, de la manera correcta, con el amor adecuado, dejando algunos sus instintos y otros mas afectos, ya lo hicimos, y después de treinta años, nos volvemos a reunir, porque hay días que son para comenzar y una familia siempre encuentra la manera de recuperarse.
Dos días después, mis niños duermen en sus habitaciones, el mas pequeño no dejo de repetir que el abuelo le acaricio el cabello y beso sus manos, mi madre dejo en mis labios un beso que al recordarlo me aprieta el corazón haciendo que las lagrimas se descontrolen, volvió a besarlo, porque la percibí joven y llena de amor, mi hermana sabia que no podía pintar su rostro, porque cuando tomo mi brazo comenzó a sollozar, caminando altiva con su padre, mirando su rostro en mi, percibiendo como una historia ideal se completaba.
Aquella madrugada contemple nuevamente el techo, esta vez con una sensación de paz perfecta, ya era suficiente bendición para levantarme siendo un hombre distinto, abrase a mi hembra poniendo mi pierna sobre sus muslos, me inserte entre sus pechos oliendo un aroma que ahora me pertenecía, le dije en silencio te amo, pero el eco de ella replico por mi interior, la luz del dormitorio contiguo me hizo volver a mi realidad. Mi hijo mayor contemplaba la ventana con una sonrisa radiante, ¿Qué sucede?, pregunte mientras me instalaba entre sus frazadas, a lo que respondió.
El abuelo beso mis mejillas, lo vi llorar al verte caminar con mi tía del brazo, cruzo su brazo por la cintura de la abuela y me dijo, que ahora sabia lo que era el paraíso. ¿Papa, tu lo amas?, pregunto sin desviar la mirada de mis ojos, sin darse cuenta que escondía mis lagrimas respondí, ¡siempre lo he amado!, solo cometí el error de olvidarlo por muchos años, pero solo bastaron catorce horas para recordarlo..
Cuando le conocí mis emociones giraban en torno a su figura, la vida era una ceremonia entre cuatro paredes que contenían todo lo necesario, la mujer que lo acompañaba tenia la habilidad de llevar en sus manos la sanación de nuestras almas y en sus labios la respuesta precisa de todos los acontecimientos que despertaban ante nuestros ojos, la percibía genuinamente hermosa, sus curvas marcaban perfección matemática, sus ojos pardos y profundos lograban penetrar nuestro silencio y sacarnos las verdades sin siquiera insistir en recibirla, todo lo que su aura generaba nos maravillaba, buscando las condiciones de meternos en su cama y gozar de las caricias mas perfectas, oliendo el perfume preferido delatando un placer ingenuo en su interior, rodeando con nuestras manos su cintura, para apoderarnos de esa hembra que soñamos nos pertenecía, pero no era así, la figura del hombre que la acompañaba por las noches nos hacia desistir, dejando nuestros cuerpos a la espera de un nuevo día, donde de seguro encontraríamos ese espacio disponible para nosotros, solamente se requería el sacrificio de encontrar el camino en la oscuridad matutina y a tientas sumergirnos en ese calor primaveral que nos inundaba en la mas perfecta de las mañanas. Nada en el mundo lograba el significado que ese rito acompañaba, subiendo la pierna sobre sus muslos a modo de posesión, incrustando el rostro en su pecho para oler la santidad de su alma salpicando al compas de su pecho las notas que conseguían llevarnos nuevamente a un espacio de imágenes imprecisas donde las aventuras parecían continuar, sin manchar sus labios con los besos que no nos pertenecían, improvisando con la frescura de nuestras manos el agradecimiento a la complacencia que nos dejaba disfrutar, aun después de treinta años puedo percibir esa sensación con la infortuna de no continuar abrazado a ella, la vida de improviso se encargo de bañar su silueta con una oscuridad que dejó en sus ojos la impresión de haber sido expulsada directamente por Dios del paraíso, con las manos frías los inviernos se esforzaron por descomponer los significados que parecieron perfectos, solitaria en plena compañía las preguntas llegaron de una vez llevándose consigo las respuestas que jamás la complacieron, catorce horas bastaron para dejar las marcas que nublaron su novela, y junto a ella el cuento de príncipes que nosotros disfrutábamos en sus manos, llevando entre los dedos las flores que el no mereció y si entregamos a ella para enaltecerla ante todos, demostrando ese amor pleno que nos ataba desde el inicio de nuestras vidas y que no fue capas de apaciguar su llanto, corrigiendo nuestras conductas por lograr una sonrisa, anhelando que su cuerpo volviera a la prístina condición que solo catorce horas lograron llevarse de un mísero golpe cargado de mentiras, engaños y metas que parecían perfectas para continuar, solo catorce horas la figura paternal fue atada con sogas cubiertas con espinas, derrumbándolo a un piso con piedras que lo despedazaron en millones de trozos, éramos unos niños y solo bastaron catorce horas para que junto a sus decisiones, se llevara nuestros sueños.
De el sabíamos lo suficiente para extenderle los brazos, dejarnos vencer por el sueño en la robustez de su musculatura y la perfección de sus manos, donde los males se apaciguaban y la vida continuaba al ritmo de sus esfuerzos, ella nos hablaba de la vida y como la distancia tenia un significado importante, sosteniendo la realidad en la que nos desarrollábamos, dejando en nosotros la importancia de alcanzar sus logros y venerarlo como hacia con ella, cada vez que llegaba y su sola presencia bastaba para sentir que la seguridad se adueñaba de nuestros muros y no había nada mas perfecto que saber que nos pertenencia, pero bastaron solo catorce horas para descubrir que también nos traicionaba.
La lluvia se encargo de azotar nuestro techo destrozando las habitaciones, el viento no encontró quien le resistiera llevándose nuestro minúsculo mundo interior, apagando las notas que dejamos impresas de una felicidad que tardo catorce horas en desaparecer, no entendíamos nada y al parecer mama tampoco lograba asimilar la noticia que un par de hombres llevaron aquella noche a nuestro hogar, la vimos doblar las rodillas y jamás incorporarse, sus cabellos blanquearon y para cuando la tierra se encargo de llevárselo al interior de sus fauces, ella había envejecido sin pasar por la adultez, aun era una joven cuando nuestro padre jamás regreso, la noche anterior llevo un par de camisas y una fotografía de todos reunidos para no olvidar que debía regresar, ambos sentimos sus labios afectuoso esa mañana, cumpliendo con las caricias antes de partir por unos días, dejando la habitación a nuestra disposición, encargándonos mutuamente a la tarea de proteger a esa mujer con quien había concebido una pequeña familia de cuatro integrantes, pero esa mañana sus pasos no fueron en busca del camino rutinario, catorce horas después de ese ultimo beso, le encontraron en la carretera con tres disparos en el estomago, desangrado, la mirada llena de pavor y las manos cubiertas de pecados.
A un costado del vehículo una muchacha manchada por la sangre que no le pertenecía, intentaba desviar la mirada de la mujer que reclamaba la vida del hombre que dejo en el vacio a un par de niños, intentando ordenar un cuadro que después de treinta aun tiene el mismo abismo en sus almas, mirándose a los ojos por describir los últimos cinco minutos en la vida de quien tomo esa decisión y pago con el odio de quien dejo que la ira apretara el gatillo, nadie sabia de sus infidelidades, los domingos en la iglesia comulgaba llevando su camisa preferida y a ambos tomados de la mano, dejando que su hombro recibiera la cabeza de mama, mientras el párroco daba el sermón desde el pulpito, nadie sabia, nadie pudo creer que la escala de valores en su interior estaba distorsionada, ninguna gota de arrepentimiento delataba la lucha que pudo llevar en su interior, sobrepuesto al dramatismo del mundo familiar quedo suspendido en una nube donde todos contemplábamos desde las alturas un mundo al cual creímos no pertenecer, derrumbando junto a ese trió de balas en su interior nuestras almas, obsesionando los cuestionamientos que pudo sentir en sus últimos minutos de vida, que junto a mi hermana concluimos en cinco minutos, no se de donde llegamos a esa cantidad de tiempo, tal vez la muerte apago con su dedo en una fracción de segundo sin que este hubiera llegado a cuestionar la condición en la que nos dejo y, hoy después de treinta años, me encierro en un cuarto alquilado con la esperanza de oír a mis hijos antes de dormir, abrazar a la distancia a la mujer que si me pertenece, y redactar de la mejor manera un capitulo que ya es tiempo de concluir.
Ayer llame a mi madre antes de partir, siento que aun percibe mis ganas de volver a dormir entre sus sabanas y poner mi pierna sobre sus muslos en un rito de egoísmo infantil, aun sigue recomendando que y como hacer mis cosas, abrazando a sus nietos y conviviendo en un espacio de madre que pertenece a otra.
No he podido desligarme de ella, los nudos que el tiempo fue tejiendo entre nosotros están apretados tan fuertemente que pensar en desanudarlos es imposible, al volver a casa luego del incidente, nuestra cama no volvió a recibir nuestros sueños, emigramos con todas nuestras pertenencias encerrando con nuestros diminutos cuerpos, el silencio de esa hembra que reincorporo sus rodillas manteniéndose firme en sus responsabilidades, aferrando a sus criaturas mientras no dejaba de mostrar sus garras al mundo que nos envolvía, sus labios de un ayer lleno de brillo se sellaron a los encantos que procuraba mantener y de ellos solo oímos palabras razonables que fueron las responsables de continuar sin lamentaciones, manteniendo los ritos familiares de los domingos y las diarias aventuras que reforzó acompañándonos en el jardín, nublando las amarguras en un reino donde los dramas no pertenecían, aun con la mirada en alto enfrento la lastima que caía a sus manos, levantando su cuello con la seguridad de no ser la responsable de los pecados que sabia no le pertenecían, ayer una hembra encantadora que se deslizaba con un macho que la hacia sentir lo mas importante en el universo y ese ayer donde encontró nuevos campos donde sus enfurecidas garras fueron en busca del sustento que comenzó a faltar, corriendo por las mañanas levantándonos con los ojos cerrados demostrando lo autosuficiente que era, sin permitir que otros se responsabilizaran por personitas que solo a ella pertenecían, dividiendo el tiempo estratégicamente para limpiar la casa, lavar nuestra ropa, preparar las comidas y educarnos, catorce horas fueron las culpables de demostrarle de que estaba hecha, catorce horas que sacaron de los libros las respuestas que afanosamente buscaba, catorce horas que el arrepentimiento y el perdón se hicieron vivos en sus ojos, replicando de vez en cuando con el fuego ardiéndole en sus ojos, el perdón que no encontraba en ningún lado.
Dibujando siluetas en las arenas junto al mar para improvisar las lecciones que se afano por otorgar, “Por que los reyes son reyes cuando los hombres se arrodillan”, los inteligentes son inteligentes porque otros son mas tontos, traduciéndonos la idea y así continuo jugando con ese dicho, ensenándonos que los limites no existían, derrumbando nuestras barreras de pobreza y lamentaciones, dejándonos frente al sol para elevar nuestras vidas mas allá de las nubes, desplazando todos los limites que se insertaban en nuestros ojos haciéndonos percibir un mundo distinto al que nos rodeaba, juntando maderos para levantar nuestro techo, sellando las fisuras que desperdiciaban el agua que nos abastecía, decorando las paredes con siluetas que aprendimos a dibujar para crear un hogar con las pocas monedas que siempre escasearon, enseñándonos cuan ricos éramos por contar unos con otros, el valor de cada segundo con sus ojos llenos de brillo, el contacto de sus labios en nuestras mejillas y el sabor de sus caricias que nos adormecía, fue y es, la mas inmensa sensación de riqueza, al igual que fuimos creando otros afectos que completaron lo que ella puso en nuestros corazones, la hembra de la casa, abrazada en la comodidad de su cuarto y catorce horas después llena de un vacio que llevo una vida cubrir.
Cuando todo debió derrumbarse ella se levanto y junto a ese empuje nos elevo a nosotros, no dejo espacio para lamentaciones ni cuestionamientos, fijo la mirada en la visión de un futuro esplendoroso injertando en nuestro pecho el orgullo de ser luchadores constantes sin que nadie pudiera hacernos sentir que no teníamos nada, autosuficientes acróbatas sobre una cuerda sin tensión que existía entre lo que éramos y lo que deseábamos ser, paso a paso con delicadeza usando todo lo disponible en nuestro interior, cuidando lo que no teníamos y dando gracias por lo que un día nos pertenecería, Dios había dispuesto un camino distinto y ella nos enseño a aceptarlo, no teníamos la edad adecuada para entender las causas de la partida de quien nos sustentaba, no tuvimos la edad para malgastarla en juicios que sabíamos no nos pertenecían y con calma descubrimos que cuando fue el momento, no valía retroceder, porque las heridas cicatrizaron de diferente manera, aunque todos sabíamos que internamente permanecía la infección en cada uno de nosotros, por eso esta noche me atrevo a escribir.
No tengo claro como y porque sucedió, durante la ceremonia religiosa recuerdo vagamente el rostro firme de mama, vestida sutilmente permaneció inmutable mientras de sus labios dio las ultimas palabras, no pude retenerlas a causa de mi edad, pero en los rumores futuros comencé a unir trozos de lo que pareció una gloriosa despedida, sin juicios o condenas, sin lagrimas o temores, doblo la hoja que había terminado de ser escrita y se concentro en la que debía completar, extendiendo un perdón sano a favor de su interior apuñalado, no permitió que contempláramos el rostro de ese hombre para dejar la impresión de sus últimos segundos besando nuestras mejillas, esperando que un día regresara por nosotros, a ocupar el sitio que le pertenecía y que nadie lleno.
En algunas noches me tendía mirando el techo tratando de ser el, en esos cinco minutos finales, desabotonaba la camisa en busca del aire que escapaba por los pulmones, volvía a ese beso que nos otorgo llenándome de una desesperación asfixiante, me imaginaba como sus propios demonios le machacaban la conciencia, tratando de incorporar los pasos en busca de un auxilio inmediato, imaginando aquellas historias en que el espíritu llega a despedirse de quienes ama, en cuya condición no debe haber sido autorizado, alejándose en oscuras lagrimas que dolían mas que las heridas producidas por las balas, cuestionando lo que había puesto en las avenidas transitadas a la espera que la muerte hiciera su trabajo, aun hoy me ahoga intentar ese lugar que le correspondió solo a el.
Lo imagino pensando en mama, recorriendo los labios que le pertenecían, esperando la sensación de las caricias que compartieron y las consecuencias que formaron, inundándose de cuadros abstractos deformados en los cinco minutos que el respiro se diluía, con la muerte a un costado congelándole la vida, mirando de frente a sus raíces para darle con furia y sacarlo para siempre, consumido en el desorden que no pudo corregir, volcando su interior a sus años prematuros donde todo lo importante se agrupaba, pero el mundo con su forma estableció en su rutina la soledad de pertenecer a quienes no pertenecía, la manera de creer en cosas vanas, intoxicado en soledad cuando estaba entre esos que tanto le querían, apartado de nosotros dejo que los impulsos gobernaran su interior, perdiendo la energía de volver a su camino, olvido como recordar las palabras del sermón sentados juntos con un manto de problemas que de seguro encontraríamos como resolver, porque eso es una familia, cuando juntos vimos como el cielo se encargaba de otorgarnos garantías, la mesa se llenaba de comida, y en la esquina un dios humanizado, que encontramos para dar de nuestro cielo, enseñándonos a contemplar que en la pobreza también hay paraíso. ¿Cómo conseguir que la empatía me enseñara a sacar de esos minutos el perdón que aun no extiendo?, culpando las arrugas que en mi rostro marcaron su sonrisa, las grietas en sus manos fueron suyas y en la esquina preferida donde el nos gobernaba, cada espacio se hizo mío. ¿Por qué papa? suelo preguntarle mirándome al espejo, mirando sus ojos en los míos, el calor de mis manos que deje entre mis hijos y ese afecto que después de tantos años aun llevo en el pecho, ¿Por qué papa?, dejaste que el invierno azotara eternamente en la mujer que no lo merecía, tragándose su instinto de mujer enfocando aquel amor que aun le hervía, congelando su cabeza cuando alguien se acercaba, ¿como puedes alcanzar la fe, después de ser aniquilada?
Encajándose un millar de libros en sus ojos, buscando las razones desgastando sus pestañas, creía en Dios y en la alta vara de que todo lo podía, conoció las ecuaciones sin saber como aplicarlas, sentía en carne los deseos de seguir sintiendo vida, dejando en cada noche los labios en un cuerpo que dejara sus angustias encerradas a favor de lo que aun quedaba por vivir, pero el miedo le partía, ¡la verdad os hará libres!, decía y repetía escondiendo sus mentiras, esas gotas de dolor que llegaron esa noche, las dejo tan olvidadas que creímos no existían, aun los prados que sembramos y la vida que formamos continuo sin comentarios, ¡solo los dioses pueden con esto!, murmuraba sin dejar la mirada de su techo, elevando inspiración a favor de sentir menos y saber un poco mas.
Hoy con otros años y en la piel incrustada la doctrina vivencial, cumplido mi camino con otra hembra, y un racimo de recuerdo que dejo la juventud, la veo fiera como nadie luchando contra ella, enfocándose en nosotros por no perder el norte, he cumplido sobre treinta y respiro como trece, ¿Cómo pudo?, como hizo esa mujer para olvidarse de su cuerpo, caminando sin mirar a otros, durmiendo con el frio y en sus manos las goteras de los besos que no estaban, que misterioso sacrificio la llevo a solo vernos, olvidándose de ella. Ahora después de escribir tanto, entiendo lo que dice mi mujer, ¡tu la amas demasiado! Y como no hacerlo si lucho contra todo, incluso contra ella misma.
Todo hombre aplaude el adulterio, se fornica en cada esquina y en las oficinas se trafican hembras nuevas, respiro el despilfarro de quienes buscan retos, que las haga las mejores si se lucha por buen sexo, ¿Cómo lo hizo?, perdonando a un macho que murió entregado en otros brazos, llevándose en catorce horas su hombría en las balas de otro traicionado, apretando con furia ese gatillo, llevando junto al sonido de tres balas las letras de la muerte, la vida de quienes si le pertenecían, y en este cuarto, no consigo que las letras me acompañen, retumba mi teclado y no aparece la respuesta, a instantes llega de ese mundo a escribir junto a mis teclas y cuando puedo oler su perfume, toma mi egoísmo construyendo un racimo con la ira, y desgarro mi locura por verle aparecer, sintiendo su beso en la mejilla, y oírle decir, ¿me perdonas? llevándole de vuelta a mis paredes, con ese afecto que nunca más pude sentir.
Las horas del reloj se llevan mis minutos, no consigo que mis letras le traigan a mis brazos, resolviendo como hombres este asunto que un niño no pudo concluir, aun no es tarde y el viento tibio asfixia la habitación, en mi maleta un par de cartas con dibujos simples me enseñan que es tiempo de acabar con esta historia, “lo mataron por patas negras”, así apareció en la portada de un diario nacional, justificando la mano que presiono el gatillo sin descubrir que después de catorce horas y mas allá de 30 años, la confusión se quedo en un espacio de dos pequeños sin que esta concluyera de manera adecuada, y veo las letras de esos mis pequeños sin entender como pudo atreverse a jugar con nuestras vidas, como pudo su egoísmo convencerlo que estaba en el lugar adecuado, olvidando cuanto le necesitábamos, ¿Por qué?, el aroma de otro cuerpo fue capaz de sacar de sus narices el aroma de quienes le reclamaban su tiempo, encaramándose en su espalda, mientras los pequeños brazos intentaban rodear su espalda, ¿Por qué?, olvido lo que éramos y lo que hoy se perdió ser, sin merecerlo, sin el valor de cruzar el umbral de la muerte y ver como sus nietos crecen sin tener quien juegue con ellos, porque solo bastaron catorce horas para descubrir el lado oculto de la luna, con el canto de voces oscuras que buscan respuestas, silenciosas voces con los labios amarrados con púas oxidadas, sonidos dolosos que no llegan a la fuente del perdón y que hoy, en esta habitación, después de 30 años aun permanece sordo a su ruego, solo bastaron catorce y mas de media vida para no resolver un drama que en solo cinco minutos se encargo de llevarse su vida y la nuestra.
Dos tazas de café no detienen las ganas de tirarme sobre la cama y dormirme de una vez, dejando nuevamente inconcluso el arreglo de hombres a favor de una reconciliación que demoro demasiado, unas botellas con agua fría y dos trozos de pan, una bolsa de caramelos y dos cajetillas de cigarros importados, en la televisión repiten acontecimientos que son reflejo de lo que mi piel vivió, no entiendo como puede llamarse humanidad, como después de dos siglos siguen lanzando por las altas pirámides a niños para apaciguar a los dioses, desgarrándoles el alma con el ritual espiritual que los lleva del paraíso al infierno sin pasar por intermedios, descuidando a las victimas y los victimarios, idolatrando como en Sodoma a los que nutren sus vidas con despilfarros, aplaudiéndolos por las altas cúspides que compran con el dinero que otros jamás verán en sus vidas, sacudiéndose con cuerpos juveniles que venden su belleza, inflándose las tetas volviéndose provocativas hembras que buscan quien apague y pague sus placeres, ¿y donde quedan los niños?, que dios dentro de su omnipresencia tapa sus oídos para no escuchar los ruegos de quienes solo buscan un espacio donde sentirse protegidos, para convertirse en un hombre como yo, lleno de rabia por esta ausencia que no merecía, lleno de asco por los mal llamados humanos, que se refriegan en las esquinas con una botella entre las manos a la espera de una moneda que sume el valor de otra mas, sin sacar de su frente una gota de sudor, encaramándose sobre las murallas de casas que no le pertenecen para apoderarse de los bienes materiales y junto a ellos dejar el temor incrustado en quienes nunca les esperaron, pensando que un día fueron niños, dóciles, quietos y llenos de esperanza, transformados por una sociedad que les oculto las oportunidades, dejándolos a la deriva sin una pisca de arrepentimiento, por quitar de las manos de esos indefensos la educación y poner en ellas un par de cuchillos o un arma que termine por llevarse a quienes no alcanzaron a arrepentirse o otros que no lo merecieron, dejando un vacio que no lo completa el entendimiento, por que la razón juega con las ideas cambiando las situaciones a medida que las experiencias de la vida nos muestran maneras distintas de ver la realidad que nos supera.
Lo mismo que he intentado comprender, si en vez de el hubiera sido ella, o si el arma hubiese sido disparada con su mano, o que en definitiva su silueta se apareciera normalmente todos los días, entregándonos ese afecto que siempre creímos que el tenia, ¿Qué cambiaria?, seria el afecto hacia esa mujer una devoción como lo es ahora, la vida se encargaría de entregarnos las oportunidades que en la miseria creímos merecer y hoy después de tanto caminos, parece que la desgracia se convirtió en nuestra mejor bendición, ¿Cómo seria?, si en el camino donde le hallaron lograran recuperar su vida pecaminosa y dejarlo al medio de nosotros para tenderle nuestras manos, a pesar de todos los dilemas que significaría darle un cariño que no merecía, ¿la misericordia se hubiera encargado de sellarnos las heridas?, mirando los días por venir como lo mejor que nos ofrecía dios en ese momento, son tantos los cuestionamientos que la computadora recibe mis letras y después de unos minutos desaparecen para cambiar la visión, comprendiendo que dios es el único capas de tomar estas determinaciones, dejando a la deriva a un par de crías de cortos años y en el completo vacio a una mujer que nunca lucho en todos los frentes de batalla, llevándola de su placentero hogar a tener que soportar un ramillete de idiotas que solo la miraban como hembra, despreciándole el saludo porque el estatus social no se los permitía, caminando largas avenidas sin un peso en los bolsillos, dejando a criterios humanos la obtención de los medicamentos que se volvieron parte de su dieta, ocultando los ojos de esos que no sabían como reaccionar, librando la peor de sus batallas, intentando sacar lo mejor de si.
Son tantas cosas que no comprendo, son tantas condiciones que debería comprender para liberarme de estas cadenas que todo se llena de una niebla imposible de aclarar, los niños con su normal ingenuidad preguntan de cuando en cuando por su abuelo, dejándoles solo un pedazo de esa verdad porque no comprenderían.
Las horas han desaparecido con calma, mi mujer tenia razón, es una buena terapia enfrentarme cara a cara con la verdad, esa que fue escrita en mi interior y dejando que el se defienda con aquella que le pertenece, lo enfrento mirándome al espejo, mientras escribo todas estas cosas para ver si desaparecerán de una buena vez, mi madre se encargo de poner en nuestros corazones latidos humanos, dándonos las directrices de la misericordia y la justicia, dejando que el perdón llegara a su tiempo, sin creer que era el egoísmo el único invitado que nos negaría la felicidad plena, porque aun le necesitamos, tanto como aquellos días, aun mas que antes, porque al tocar nuestras estrellas también queríamos que el viera con sus ojos aquel brillo, llevándole nuestras medallas, los logros que alcanzamos y decirle en definitiva que valió la pena la lucha por continuar siendo familia, la misma que después de catorce horas dejo de serlo, dejándolo en el frio de la noche con solo unos minutos para intentar componer los afectos que se quebraron como un delgado cristal en mil pedazos y que nadie en este mundo parecía tener el conocimiento para componerlo.
Todo hubiera sido distinto, cada una hora me paro frente al espejo esperado verle aparecer, y decirle con esta voz de adulto que todo hubiera sido distinto, hoy no seria un día para componer el alma, hoy no seria un día de amargos recuerdos, hoy seria nuestro día, dejando que sus poderosos brazos nos recompensaran con un profundo abrazo, mientras que nuestros labios llegarían a su mejilla para agradecer la permanencia, ya mañana será otra historia que solo le pertenecen a tres protagonistas, solo a tres, que en la iglesia concluirán con el evento de dejar en los brazos de un desconocido a la pequeña niña que mama se encargo de convertir en mujer, y tengo miedo que su historia se manche de amarguras, tengo miedo que el amor solo sea una ilusión y mas temor de no estar disponible por completo para componerla, tomando su brazo en el camino a una nueva vida, representando a ese hombre que nadie merece tener como compañero, tal vez mama se encargo de enseñar una nueva lección al pedirme que sea yo quien la entregue a los brazos de un desconocido, representando la fuerza que las une, queriendo sacarla de sus brazos y llevármela lejos de todos, queriendo que el egoísmo y el miedo sean los triunfadores, pero hoy permanezco en la soledad de esta habitación que no me pertenece, lejos de la mujer que amo y los hijos que me esperan, a un costado aun en la valija, el traje con que mi padre hizo los juramentos ante dios, mi madre se encargo de llenarlo con gotas de su perfume, y con este porte y años, mas de una lagrima rodara al verlo entrar nuevamente a la iglesia, con los vestidos limpios de pecados para entregar a la hija, que aun lleva el brillo de sus ojos.
Hubiera sido un día magnifico, como aquellos cuando las metas se fueron cumpliendo, cuando los huesos se fueron estirando y comenzamos a ser los fuertes del hogar, acomodando los muebles, cubriendo las ventanas y dejando las tareas mas simples a esa mujer que le otorgamos las llaves del cielo sin pasar por juicio alguno, se lo merecía, pudiendo entregar una carta con nuestras huellas impresas para testificar ante los ángeles del cielo o los demonios del abismo, que ella merecía ser contada entre las huestes celestiales, porque si alguna vez tuvo un misterio para nosotros o algún pecado oculto le pudrió el corazón, fue capas de continuar sin dejar una impresión que no permitiera sentir que nuevamente estábamos siendo abandonados, es cierto, los niños son unos egoístas, pero es un sentimiento tan noble como el acuerdo de traerlos al mundo para constituir las alianzas de un hogar, quizás el lo supo y se acerco mirando como intentaba renacer, sabiendo cuanto merecía ser amada y ser quien recibiera ese afecto que a el no le importo perder, en su mundo de adultos supo continuar enfocada en entregar lo mejor de si para nosotros, y aunque el cielo se abriera de par en par para mostrar al mundo que ella no merece la corona que pusimos sobre su cabeza, de seguro tendrían que llevarnos colgados de sus brazos por que ella se encargo de componer el afecto de manera tan completa que la ausencia de ese hombre la lleno su compañía poniendo al alcance de nuestros corazones un amor maternal y paternal, sin llegar a sentir que uno de los dos faltaba, el propósito mismo de la creación fue para ella su mas noble tarea, y hoy después de tantos años nada en mis labios mancha lo que significa en la vida de esos a quienes tuvo en su interior y posteriormente se encargo de encaminar, para terminar entregándoles las llaves de la madures, enseñándonos los caminos, otorgándonos la libertad de decidir cual era el mas importante para nosotros, evaluando las pisadas, porque la experiencia nos enseño que en solo catorce horas se puede destruir un hogar y levantarlo lleva la voluntad de quienes se atreven a edificar con los mismos ladrillos, esta ves con las manos mas débiles y un corazón lleno de heridas que no es capas de entregar la suficiente fuerza para avanzar.
Fue durante este espacio de ira que las lagrimas llegaron, hace muchos que se ausentaron, en la pobreza en la cual habitamos las lagrimas eran signo de debilidad y al parecer la piedad no le pertenece a nadie, defendiéndonos levantamos el respeto que merecíamos, aun con el rostro lleno de machucones y los ojos de color oscuro por algún golpe que llego de improviso o de una mano que doblaba en tamaño la nuestra, revolcándonos por no ser pisoteados, empujando a esos que se atrevieron a lanzarnos palabrotas de huachos sin padre, no fuimos lo suficientemente humildes para volver a poner la otra mejilla, en justa defensa levantamos los puños y tantas veces como la fuerza de otros nos hacia caer, nos volvíamos a levantar, endureciendo el cuerpo y también los sentimientos, contra todo lo que nos rodeaba, sin notar que las murallas que levantamos fueron cercando la niñez entre rocas que se encargaron de detener las lagrimas sin dejarlas salir de nuestros ojos.
Ya han pasado varias horas y nada cambia, los sentimientos dan vueltas por mi cabeza y parece imposible salir de esta habitación siendo distinto, e tenido el valor de sacar el traje de mi padre de la maleta y tenderlo sobre la cama, el aroma que mi madre impregno me trajo un recuerdo delicioso, parece que la vida se fuera en picada hacia el pasado y que de pronto vuelvo a percibirlo, llevándome a esos gratos momentos encumbrándome en sus brazos, intentando con los míos tocar el cielo, lo percibo, como un conjunto de pasos que retumban mis oídos acelerándome el corazón, ansioso de verlo aparecer detrás de la puerta y darle un beso de bienvenida, sosteniéndome en ese universo en que hoy sostengo a los míos, solo al ser padre se percibe el otro lado de la historia, aun con las piernas agarrotadas y los brazos decaídos nacen fuerzas cuando veo a los míos venir, dejándome acariciar con sus besos, sin permitirles que se marchen sin saber que son lo mas importante en mi vida y que no permitiré que catorce horas construyan en ellos un mundo distinto al que hoy habitan, porque el tiempo gira en un solo sentido y el espacio infinito no es mas que una habitación donde permanezco en uno de sus rincones, impregnándome de aquellas pequeñas cosas que entregan un sentido, porque después de tantos logros alcanzados no hay nada mejor que estar con quienes pertenezco, tenderles mi mano cuando la requieren y favorecernos con la complicidad que nos envuelve, porque no seré capas de resistir esos cinco minutos finales estando en una posición a la que aspiro, rodeado de esos que me pertenecen y viendo desde mi altura un manojo de lagrimas que si vale derramar, oliendo el perfume de flores a mi alrededor envueltas por los afectos, humedecidas por las caricias y llevándome entre sus hojas de regreso al sueño profundo, donde en solo cinco minutos sentiré que alcance el paraíso, y en esa sensación podre marchar lejos de todos, sabiendo que vivo en cada uno de ellos, ¿acaso no es eso la eternidad?, y mientras viva en los recuerdos continuare viéndolos crecer, aumentando sus pasos en la felicidad que quisimos entregar, soportando las tormentas con la fuerza que pusimos en sus brazos y desgastando el corazón por todo el afecto que aprendieron de quienes le trajeron a este mundo.
Después de evaluar el fin de mi vida, me atreví a verla de una perspectiva distinta, me rodee de un puñado de esos que se hacen llamar amigos, sonreí de las estupideces que caían con cada trago, observando una libertad que no me apeteció, intentando percibir cuando fue, y porque dejamos de ser mas importantes para el, sin llegar a conseguirlo, las demarcaciones entre lo correcto y lo incorrecto no me permitieron reconocer la razón de ese vacio que otros llaman plenitud, dejando que el trago les nuble la razón y los termine por convencer que beben de una fuente eterna donde permanecerán libres de los males que los acechan, pero al concluir todo regresa y junto a los dilemas de los cuales intentan escapar, desgastan el cuerpo creyendo que abusar de el, no traerá consecuencias, para llegar al final de los años sin tener quien entregue una caricia verdadera, enfatizando que el aprecio que entregan es solo una retribución de aquella que recibieron, observando los ojos ya cansados con la misma dulzura de años prematuros, dejando en las marcas de los años caricias verdaderas en los pliegues de la edad, ¡eso quiero!, sentir que tengo quien ofrende besos a mis mejillas, tener quien cubra mi falta de fuerza con sus brazos, llevando en su pecho un orgullo inmenso de haber tenido quien caminara sus pasos dejando una hilera de huellas por donde la felicidad no escaseara. Notando las diferencias de actuar correctamente, sin importar que el mundo diga lo contrario o que los mal llamados amigos insistan en lo equivocado que nos encontramos, pero eso fue parte de mi educación, de las horas de una hembra que no dejo espacio para que en su historia futura existiera otro macho del cual sentir un arrepentimiento que no le correspondía, insistiendo y remarcando que las decisiones son enseñanzas vivenciales que muestran que tipo de educación se entrego en los años prematuros, existiendo un esfuerzo por considerar que el error solo fue la conclusión de muchos olvidos que fueron quedando en su vida y el final solo un resultado esperado que en cualquier minuto acontecería, eso era amor, no un ciego conocimiento por cubrir su falta, sino que al igual que Cristo desangrado en la cruz, ella miro al cielo y exclamo, perdónalo, porque no supo lo que hizo.
Cuando cumplí la mayoría de edad conocí a esa mujer que lleno sus vestidos de una sangre que no le pertenecía, aun en sus ojos se percibía un vacio enorme, sus pasos desacordes dejaban en evidencia que en su interior los males estaban acabando con la belleza que un día tenia, porque la maldad interior comenzó a apoderarse de esa figura perfecta distorsionando la que reflejaba, desde la distancia la observe mientras jugaba con un par de niños en un parque, mi madre no dejo que en sus labios saliera una condena, enfocándose en lo que quedaba por delante sin mirar hacia atrás, dejando que continuáramos con la misma naturalidad transitando las misma calle por donde ella se desplazaba, limpiando de nuestros ojos la ira que depositaban los que nos rodeaban insinuándole a nuestros corazones que la venganza era lo correcto, sin saber que detrás de nuestras murallas la enseñanza era perdonar, intentando levantarse a pesar de los azotes que llegaron a nuestras espaldas, porque el camino que ella vio adelante de nosotros fue distinto a esos que nos rodearon, ella nos vio perfectos y en esa perfección no cavia el odio y el rencor, consiente que la historia vivida un día debía enfrentarse para llegar a una conclusión con la madures que los años otorgarían, bien pudo dejarnos a la deriva, victimas de los malos sentimientos, y hoy estaría en una situación distinta si no hubiera sido por esa determinación de hacernos diferentes, de contemplarnos cada mañana para entregar lo mejor de nosotros sin esperar conseguir mas de lo que mereciéramos, o alcanzar metas que no fueran las que éramos capaces de alcanzar, sabiendo que ella entendía que lo mejor era continuar y no detenerse en esas catorce horas en que su vida cambio radicalmente y la nuestra continuo elevándose a planos de crecimiento y arrepentimiento, por lo mismo no fue extraño que nos permitiera jugar con los hijos de ella, luchando sus batallas internas sabiendo que la misericordia no le roba a la justicia, y que en esta historia otros eran los responsables.
Parte de esas batallas me enseñaron a comprender que bien las relaciones matrimoniales nacen en un paraíso emocional intenso, ese no debe cambiar al ir tomando responsabilidades financieras al formar nuestro propio mundo o responsabilidades de padre que desgastan la vida, pero no debe cambiar el paraíso emocional inicial, entendiendo que todo comenzara a cambiar y que se pondrá a prueba lo mejor de nosotros, sin dejar de mirar ese norte donde apuntaron los deseos de amor hasta que la muerte nos separe, y eso logra continuar haciendo que los años sumen razones de comprensión, batallas y alguna que otra desilusión que solo un buen dialogo es capas de reparar, ¿Qué hubiera sido de mi con otra historia?, hay días que me lo pregunto mas de la cuenta, ya que la base es la que determina gran parte del desarrollo futuro y a pesar que catorce horas fueron capaces de eliminar todas las protecciones que envolvían nuestro mundo, fue gracias a todo eso que crecimos cimentados en enseñanzas vivenciales que nos permitieron tomar los caminos correctos, sin entender si fue el dolor lo que nos mantuvo algo vacios o la poca comprensión de un dilema que de seguro mantiene las heridas putrefactas al no sanarlas a favor de todos.
Me detuve un instante para volver al espejo, y enfrentar mi rostro como si fuera el de el, la camisa de su traje esta sobre mis hombros y en los pies he calzados sus zapatos, creo que he sido asertivo por muchos años sin darme tiempo para empatizar, no debe haber sido fácil todo lo que vivió, la vida con todos sus conflictos económicos y emocionales le requería completa dedicación, y puedo después de ver los pliegues de mi rostro que hay días que solo se quiere arrancar de este mundo y ser un individuo egoísta que espera adulación, tal vez ambos se olvidaron porque decidieron estar juntos, y que lo mejor que tenían eran ellos mismos, mi madre hoy sigue sola, habitando una casa llena de recuerdos, levantándose sin tener quien caliente sus manos o bese sus amaneceres, sin quien corrija sus errores o suavice sus rabietas, manteniéndose presente dejando que el egoísmo de quienes le pertenecemos sea complacido, o es el mismo miedo a las circunstancias vividas las que dieron fuego a su determinación de abrazar la compañía de sus criaturas y la soledad de los afectos.
El frio llena la habitación, ya termine de escribir un puñado de ideas que de seguro tardare una vida en corregir, por lo menos desde ahora en adelante podre comenzar con algo real en que apoyar mis pies, después de este mes, tendré que volver, pasaran treinta días con estas letras en mis manos para ver como veo la historia de nuestras vidas, y subir un escalón para no retroceder sin notarlo, sintiendo que el afecto por quienes amo no disminuirá, y que el rostro de papa se apodera de mi espejo, diciéndole a mi pecho que ahora como hombre lo comprendo un poco mas, lo peor de toda esta historia es ver cuanto tarde en ponerme sus zapatos, sin notar que la aspereza de todo lo vivido continuo haciendo grietas en mi, perdiéndome la oportunidad de haberlas dejado cicatrizadas mucho antes.
El espejo juega con mis emociones, lo veo aparecer cada vez que contemplo mi rostro, sus huellas están impresas en mis facciones y mama se encargo de acomodar mi corazón, quizás por eso tiendo mi mano intentando cruzar ese umbral y acariciar sus ojos tristes, deslizar mi mano por sus cabellos y decirle que después de treinta años estoy con el, buscando retroceder a ese instante donde el ultimo suspiro de su corazón fue en el silencio de una carretera, desangrándose sus sentimientos por que sabia que Dios no le dio tiempo para arrepentirse, que ese beso que dejo en sus hijos aquella mañana había sido el ultimo y la declaración de afecto por su mujer no fue la que ella merecía, desabotonando su camisa dejo que mis manos controlen el daño en su pecho, sabiendo con el brillo de sus ojos, que no es lo que mas duele, porque en ese instante retrocedió a esos días que el amor nos envolvía, caminando de la mano por senderos polvorientos, soportando en sus brazos a sus hijos y llenando de besos a su hembra, queriendo entregarle con mis manos mas tiempo para verlo aparecer en su habitación y decir abiertamente cuanto se arrepiente, las lagrimas en sus ojos llevan gotas acidas que carcomen, su voz se difuma en el espacio y el ruido no llega a sus muchachos, un abismo eterno de dolor moja sus mejillas, al ver que sus amigos no lo fueron, y quienes mas le aman están al descubierto recibiendo la peor de las tormentas, porque su mundo se fue en sus mejillas al regresar cuando ya era tarde, dejando un infierno en su interior privándole alcanzar el perdón por saber no merecerlo, sintiendo que sus pasos retroceden cuando ve donde se encuentran sus raíces, notando que los niños ya crecieron y en su pecho lo peor lo puso con sus manos, pero tarde busca lo que sabe no merece, conteniendo ese llanto que sus ojos no complacen liberar, y creo sentir sus manos en mi hombro, susurrándole a mi oído que nunca me ha dejado, y el cuello de su camisa cierro intentando que jamás vuelva a partir, el aroma de su ropa se impregna entre mis poros, sus zapatos me dirigen hacia ese camino que sabe que perdió y deja entre mis labios un beso que espera entregue yo a su hija, no tiene sentido continuar, el perdón le pertenece a Dios y a mi solo los ruegos de verle en paz junto a los míos. Porque el conocimiento jamás llego y nunca llegara, pero percibirle a sido injertar en las heridas los ungüentos que las cierren para siempre, mañana será un día especial, vestiré sus ropas y después de tantos años mi madre volverá a verlo entrar a la iglesia, esta vez para entregar a su hija, mientras ella dirá a sus nietos que el abuelo se ve encantador, yo sonreiré, porque de seguro Dios dejara que el acompañe mis pasos, iluminando el rostro para salir de una vez de su condena e irse para siempre quedándose entre nosotros.
Porque derramare las lagrimas que el no pudo en su momento, abrazare a mi madre diciéndole con sus labios que la amo, a mis hijos diré a sus oídos que su abuelo siempre besa sus manitos, y en los ojos de la novia veré que el continua, porque después de catorce horas el mundo se hizo cuesta arriba, y después de tantos años alcanzamos las alturas, de la manera correcta, con el amor adecuado, dejando algunos sus instintos y otros mas afectos, ya lo hicimos, y después de treinta años, nos volvemos a reunir, porque hay días que son para comenzar y una familia siempre encuentra la manera de recuperarse.
Dos días después, mis niños duermen en sus habitaciones, el mas pequeño no dejo de repetir que el abuelo le acaricio el cabello y beso sus manos, mi madre dejo en mis labios un beso que al recordarlo me aprieta el corazón haciendo que las lagrimas se descontrolen, volvió a besarlo, porque la percibí joven y llena de amor, mi hermana sabia que no podía pintar su rostro, porque cuando tomo mi brazo comenzó a sollozar, caminando altiva con su padre, mirando su rostro en mi, percibiendo como una historia ideal se completaba.
Aquella madrugada contemple nuevamente el techo, esta vez con una sensación de paz perfecta, ya era suficiente bendición para levantarme siendo un hombre distinto, abrase a mi hembra poniendo mi pierna sobre sus muslos, me inserte entre sus pechos oliendo un aroma que ahora me pertenecía, le dije en silencio te amo, pero el eco de ella replico por mi interior, la luz del dormitorio contiguo me hizo volver a mi realidad. Mi hijo mayor contemplaba la ventana con una sonrisa radiante, ¿Qué sucede?, pregunte mientras me instalaba entre sus frazadas, a lo que respondió.
El abuelo beso mis mejillas, lo vi llorar al verte caminar con mi tía del brazo, cruzo su brazo por la cintura de la abuela y me dijo, que ahora sabia lo que era el paraíso. ¿Papa, tu lo amas?, pregunto sin desviar la mirada de mis ojos, sin darse cuenta que escondía mis lagrimas respondí, ¡siempre lo he amado!, solo cometí el error de olvidarlo por muchos años, pero solo bastaron catorce horas para recordarlo..
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