viernes, 27 de noviembre de 2009
Por este amor a los versos.
Detrás de esa mirada tú llevas algo mío
profundo apego escribiendo siempre en verso
los susurros que alguno ha llamado inspiración
robándole a las nubes el canto de los tantos
viviendo en carne propia la vida entre palabras
hilando puentes curvos
que no alcanzaran olas
pegando los cementos con letra sobre letra
juntando los abrazos en nuevos continentes
por este amor
conteniendo sentimientos en armonicos sonidos
acortando los poderes del llanto inmerecido
clavando en la sonrisa el gusto por vivir
amando lo que hacemos
escribientes de ese Dios que tanto nos ha dado
y aun no se ha cansado
de darnos siempre mas
profetas que en la cima de un monte sin altura
llevando entre las manos las piedras de su alma
mandato emocional en propio abecedario
por ese amor
al conjuro de palabras componiendo
robándole a los mudos
lo bello de sus almas
para hacer un paraíso con Narcisos Amarillos
donde un día los poetas se encuentren congregados
a ofrecerse de escribientes
de quien no tiene manos
porque en la soberbia declararon pensadores
que del monte del Olimpo descendieron los poetas
mas lo cierto que son nada
y en la nada un gran total
amantes de las letras, inspirados constructores
servidores de caminos que llevan a encontrar
las palabras que en las nubes
muchos otros de sus labios
dejaron escapar.
jueves, 26 de noviembre de 2009
Escribimos
Antes que el cansancio venciera un día nuevo
propuse yo a mis manos que escribieran para ti
mas el fuego que otorgaste con las flamas de tu piel
se fueron al instante en que ellas me dejaron
otorgándome recuerdos que no fueron suficiente
desplegué palabras tenues replicando que existías
como un mar de cicatrices inmunes al dolor
envuelta entre mis manos no olvidaba que eras mía
mas el néctar de tu alma no lograba componer
ese amor que en tu presencia
lo escribiste aquí en mi ser.
Ansioso de encontrar el respiro de tus labios
le propuse a mis oídos que me hablaran con tus voz
el sol oscurecido eclipso aquel sonido
un ocaso permanente se hizo eterno en el silencio
porque el verso que otorgaste susurrándole a mis labios
difumado dispersado no compuso poesía
porque el néctar de tu alma no lograba componer
ese verso que en mis labios
susurrastes en mi ser.
Compulsivo de llevarte de regreso a mis raíces
dibuje cada recuerdo anudándote las manos
y en un muro de recuerdos volví a oler tu piel
adormecido en tu fragancia anude por ti mis manos
desnudándote la espalda en tu cuello puse un beso
fue mi nombre con los dedos que grave entre tus senos
contemplándote dormida sude vida en tus narices
hice abrigo con mi fuego y entre letras murmure
que del néctar de tu alma no lograba componer
ese verso que mis manos
escribieron en tu ser.
Fue al instante que dejaste de vivir entre mis venas
que el recuerdo no contuvo lo que somos piel a piel
ansiando recobrarte hice alquimia con palabras
detenido en tus espacios dibuje, ¡me perteneces!
tecleando en el vacio hice abrigo en tu interior
porque el néctar de nosotros y ese verso en carne viva
no fue fruto en el vacio
tu alma sin mi alma no lograron componer
ese verso que escribimos
con amor de piel a piel.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Nunca dejes de decirme
Nunca dejes de decirme a quien tú perteneces
nunca dejes que el olvido se haga el sordo y no recuerde
que entre ambos la distancia
se hizo un campo insuficiente
donde al solo respirarnos volvemos a reunir
el pasado de quererte
ese hoy con tanto amor
y ese sueño que entre ambos se vuelva adoración
porque inmunes las montañas
reverencian nuestra altura
congelando a la locura y ese espacio de dolor
donde ambos somos uno
que llamamos tu y yo.
Porque el fuego se hizo poco y entre soles encendemos
el crisálido momento donde otros mutan alas
porque hoy como mañana
como ahora y como ayer
sentenciamos nuestros labios a aferrados sin amarras
cuando ambos en la cama aprendimos a sentir
el preciso sentimiento del reflejo sin espejo
envolviendo los momentos en que fuimos por el tiempo
construyendo nuestro templo
en un suelo inmaculado
y ese ramo sin fragancia con el rostro de mil flores
no contiene la belleza con la cual te ven mis ojos
el sentirte como siento
sabiendo que sin ti
será el día predilecto
donde deba de morir.
Pero hoy cuando despiertes no te salgas de mis brazos
y al vivir cada minuto no te olvides que es por ti
que busco enamorar cada una de tus letras
inundándote de afectos
extasiando tus mañanas
componiendo las amarras anudándome hacia ti
orgullo idolatrante de adorarte con las manos
porque nada es mas preciado
que vivir hoy junto a ti.
jueves, 19 de noviembre de 2009
La perra de mi madre
Dedicado a mi madre, Juana del Rosario Viera Viera y mi hermanita Ana González, a favor de esos ocho que componen su manada, (sus hijos).
Apoyaba su cabeza en el vidrio del tercer piso del centro de salud, en el exterior la lluvia de noviembre parecía un regalo anticipado de navidad, el termostato interno jamás había imaginado que en pleno verano, la lluvia no quisiera marcharse, recordaba vívidamente las estaciones marcadas de juventud, que por esta fecha se reconocía por el olor a cloro de las piscinas, la humedad del pasto cortado y los conos soportando grandes esferas de helados multicolores, pero ahora llovía tanto en el exterior como en los rincones de los pensamientos que creyó en el olvido, escuálidas semillas de momentos sin importancia recuperaban esas gotas de noviembre haciendo que las muertas semillas encontraran el nutriente para volver a germinar, el vidrio frío imprimía un tono morado en su frente, la distancia de esos años recorriendo los pastizales donde hoy se levantaba la construcción de uno de los Mall mas grande de la capital, pudo verse con los pantalones manchados con pasto machacado por los juegos, los árboles antiguos de donde colgaban cuerdas se los había llevado con su paso un par de excavadoras que vio asomarse al cruzar por la autopista, sintiendo el placer del crecimiento económico de su ciudad, ahora en medio de ese recuerdo un conjunto de palmeras que parecían haber estado siempre, los tiempos habían sido borrados por el progreso, los mapas dibujados en su mente habían quedado desactualizados, ahora todo estructurado, demarcado, con amplios estacionamientos y columnas de luces embotelladas en los entornos que componían la arquitectura de los jardines.
Sin embargo, la lluvia de noviembre se había encargado de devolverle trozos de un ayer que creyó no recuperar, pudo percibir el espíritu de aquella mujer de esbelta figura y artesanales ojos que seducía con los encantos naturales heredados de una mujer de raza colonizada, María Catrileo con sus pantalones ajustados insinuaba formas perfectas, amplia sonrisa contagiosa, tomada de la mano de ese amor de juventud que nunca pudo conquistarla por completo, le pareció percibir ese aroma a lavanda, oírle reclamar los llamados que jamás contesto, consumiendo su juventud en los brazos de uno que no pudo rescatarla del licor.
No pudo cambiar la perfección de ese recuerdo, no pudo verla tendida en el piso de su apartamento intentando no resbalar en sus propios excrementos, juntando las manos para percibir que aún Dios apostaba a favor de ella, revolviendo los cajones en busca de algo que entregar por unas monedas, respirando los despilfarros de integridad cuando se dejaba acariciar por un par de compañeros de noche que le arrastraban sobre los harapos que componían su colchón, para deslizar sobre su piel un aliento putrefacto que jamás toco sus labios, los mismos que una tarde de invierno dejaron de exhalar vida, y que a nadie pareció importarle, perdida en la esperanza de volver a reencontrar su juventud, tendida en su soledad la encontraron seis días después de su muerte por intoxicación, jamás la vio cuando la vida se fue en picada enfrentándola contra todos los demonios, no supo del quiebre de sus piernas vencidas que la dejaron a la deriva en cualquier lado, no supo si algún día recordó lo bella que era y, si en su arrepentimiento solo falto quien creyera en ella, no lo supo, y en aquella tarde de un verano con tono invernal, volvió a percibir lo que pareció nunca importarle.
¡Señora Ana González!, una mujer de traje celeste llamaba del otro extremo de la sala,
Soy yo, respondió, sin notar que su frente se había quedado con el tono morado al despegar la frente del vidrio frío.
Adelante, el doctor Octavio Barahona, en el box siete la atenderá, solo pase.
Saludo con la misma cordialidad que el diplomado le recibió, se sentó sin despegar la mirada de sus ojos, recorriendo los muros en busca de su acreditación, cinco segundos de un eterno silencio, no tenia intención de mostrar lo débil que se sentía, menos en frente de alguien que poco le importaba, ¿estás bien?, preguntó el hombre con un tono amistoso, sin que siquiera percibiera las carcajadas internas que emitió ante tan estúpida consulta, ¡genial!, le respondió, solo vine a ver como estaba usted, el hombre junto las cejas y cambio la frase por una mas extensa.
¿Hay algún cambio en tu salud en el último tiempo?
¡Un cambio!, ¿acaso no debería mejorar por completo?
Eso depende en muchos aspectos de ti
¿De mi?, ¿a que te refieres?
El hombre tomo unos segundos antes de continuar, como sabes tu enfermedad es alterada por circunstancias emocionales, no tenemos aun desarrollado medicamentos que complementen esos espacios que la misma vida se encargo de no responder, si bien hay muchas maneras de motivación interna, la decisión de aceptarlas y dejar que sea beneficiosa solo depende de lo que estimes correcto, bien podrías recurrir a la fe, la metafísica, a sesiones de yoga o un extenso plan de programas no reconocidos que si bien están cuestionados, muchas veces producen el milagro que la medicina aún no alcanza, me gustaría que visitaras a una profesional que tiene un doctorado en este tema o podría recomendarte unas sesiones de reike complementada con acupuntura y coaching, pero depende de la fuerza y devoción que aportes.
Lo miró directo a los ojos derritiendo las palabras que aún tenía preparadas para ella,
¿Tú dices que la enfermedad es solo imaginación?, el hombre retrocedió levemente su confortable sillón, intentando recuperar una postura más apropiada y continuó.
Lo único efectivo que podría asegurar, es que padeces una enfermedad que si bien tiene nombre, aun esta en un vacío en lo que respecta a medicación.
La consulta duro quince minutos mas, por lo menos esa tarde partiría a casa con un apellido distinto, estrecho la mano con un sentimiento de despedida eterna, fuera de la sala deslizó las manos por las cálidas paredes tenues de la consulta, parecía que el dolor nunca hubiera existido, extrañaba sus tacos puntiagudos que durante la mañana lanzo contra la pared porque martirizaban sus pisadas, se sentía pequeña, envuelta en un conjunto de gruesos pliegues de lana, la sala estaba vacía y la lluvia había dejado de insistir, sobre una de las palmeras un destello llamo su atención, sacó unas monedas de la cartera y se fue directo al dispensador de dulces, solo para quedar mas cerca de ese tintineo, había pasado una enormidad de veces cerca de ese impresionante árbol, y justamente cuando lo menos que parecía importar era eso, descubrió con espanto que era un pilar de fierro cubierto artísticamente para disimular una antena repetidora de señal telefónica, ¡como nos engañan!, se dijo, echándose un trozo diminuto de chocolate a la boca.
Bajó un piso por el ascensor y se detuvo frente a una gran tienda, donde grupos de personas se desplazaban de un sitio a otro, bolsas de colores colgando de los brazos, niños, abuelos, señoritas promotoras, jóvenes vendedores, un puñado de amigos alrededor de unas cervezas y ella detenida en ese espacio de tiempo
¿Cuántas veces fui uno de ellos?, viviendo los instantes que componen una vida, aferrando las manos de quienes protegieron su niñez, dejándolos cuando la autonomía le empujaba en busca de sus intereses, desconociendo los amargos minutos de quienes le esperaban, entregada a la felicidad, sin tiempo de llamar a ese par de viejos, que como ella, un día hicieron los suyos, ahora detenida, buscando esa diferencia en la cual basaría el resto de sus mejores años, saliéndose de la fila de los autómatas consumistas o en medio de aquellos que nunca quiso estar, apago su teléfono y se dedico a contemplar, a punto de cumplir 43 años con una vida hecha, hermosos hijos con sus carreras universitarias completas, un compañero con una historia idéntica a la suya, un par de invitados que no estaban considerados en el contrato y una madre que aún lograba llevarla a su niñez, todo dando vuelta por su cabeza, organizando en retroactivo un plan desarrollado, buscando las razones de fuerza para potenciarlas, las debilidades para fortalecerlas, y el espíritu de esos sueños que se habían desacelerado a favor de otros. Saco de la cartera un espejo agradeciendo las huellas de una edad maravillosa, el amor se convertía en un prisma de infinitos colores, los recuerdos apasionados con las cicatrices ya sin causa, imaginando las vidas de aquellos que compartieron un episodio mas, vencedores o vencidos, activos o pacifistas con la vida resuelta, regando los jardines o sembrando nuevos mundos, lisiados de ganas o aventureros tras un mar sin horizonte, contemplativos de estrellas o el encierro de su propio techo, 43 años de vidas que cubrieron pasajes importantes de antaño, ¿Dónde estarán? ¿Cuántos de ellos habrán vivido este minuto de reflexión en busca de una razón superior?, contemplativos o continuos despilfarradores del componente mas importante de la vida, el tiempo.
Realizó un cambio de posición acomodando las piernas, sacando de la cartera un trozo de papel, dividiendo en diez espacios donde se comprometió anotar los momentos mas importante de su vida, doblándola por la mitad para escribir el nombre de esos que lo marcaron, diseñando un hogar imaginario de grandes paredes donde las imágenes de esos instantes y personajes se encargarían de llenarla, así recorrería las habitaciones en épocas de angustia para no olvidar el valor de los buenos momentos, dispuso los ojos a identificar entre los que cruzaban frente a ella, los instantes que había vivido en la misma condición, fue así como sonrió al ver a una niña con el rostro manchado de helado, el vestido como servilleta y el cabello inundándole la cara, luego una pequeña de mas edad encumbrada en la espalda de su padre, sonriéndole, acariciándole la mano, mostrándole las vitrinas sin dejar que sus ojos escaparan de ella, enseñándole que el mundo solo eran los dos, avanzó un instante en edad y se vio tomada de la mano de un joven que gastaba sus labios con interminables besos, sintió la tibieza de unas manos juveniles, el deseo palpitando en su interior, las fuerzas de los imposibles enfrentadas a las mas imponentes olas, desgastando a quienes los enfrentaban, demostrando la fuerza de un amor que no conocía limites, dejándose llevar por los encantos de quien ponía con una simple palabra el mundo a sus pies, derrochando felicidad y aprecio de quienes le rodeaban, un cruce de caminos y se dejo llevar por una madre de vientre abultado, sacó sus manos de los bolsillos para dejarlas caer sobre el amor mas puro que jamás sintió, volvió a sentir en su vientre las criaturas que un día llegaron a completar su divinidad, deteniéndose en las vitrinas de juegos infantiles, decorados atuendos de bebe y artefactos que un día fueron parte de esas pequeñas vidas, dejo caer sus piernas al piso, intentando robar el frío que aquietase las huellas que inflaron sus venas, olio los perfumes a vida que trajeron con su llegada, la habilidad de transportarla entre las nubes con simples actos de inconsciente belleza, recolectando trabajos con papeles de color, hojas secas y una infinidad de hilos cubriendo los daños que dejaron en sus ropas. volvió a aferrarse a la vida, sin recordar cuanto dolor había existido hace solo unas horas, dejándose llevar en el cabello pintado de una mujer con delicada finura, acaramelados labios y descuidado sonreír, se sintió reina de un universo masculino, gastando en tiendas todo lo que tenía, decorando su silueta de prendas y perfumes, para irse con una mujer que el mundo caía sobre ella, con ropas descuidadas, aroma a comida entre sus manos, una tropa de pequeños siguiéndole los pasos, deseosos de todos los adornos que sabían no poder solicitar, ¿mi vida?, dijo en voz baja, volviendo a mirar el espejo con las arrugas que idolatraba, ¿mi madre?, ¡no he llamado a mi madre!, buscando apresuradamente el teléfono entre sus pertenencias, anotando sin prisa en la cima de la lista el nombre de mama, bajo el los hijos, sin apuro de continuar, llamo y la voz quebrada parecía recriminarle esa soledad que los años le fueron regalando, quiso dejar que el mundo fuera el responsable de aquellos que no la comprendían, del egoísmo que brotaba en todos los rincones, sin intervenir la conversación, dejando un ¿y yo?, sin que ella lograra escucharla, ocho hijos y era ella quien se responsabilizaba, era ella la que corría en busca de sus ultimas caricias, era ella quien buscaba maneras de mantenerla feliz, era ella. ¿y como están los perritos?, pregunto para tratar de cambiar la conversación, dejándose cautivar por una voz infantil, sintiendo como mama vivía nuevamente en las travesuras de esos pequeños que habían nacido hace un par de meses, ocho indefensos como un día ellos lo fueron, buscando los pechos de mama, robándole las fuerzas, agregando arrugas y completando su existencia, la sintió feliz, contando insignificantes momentos que parecían majestuosas obras de amor, llevándola de vuelta a casa, tendiéndose en el piso frío para recobrar las caricias de esos perros que fueron parte de la familia, esos que jamás protestaron, que nunca abandonaron y de quienes se educaron con humanidad, la misma que un puñado de hijos olvidaron entregar, la misma que el orgullo le impedía recibir de quienes llevaron parte de su vida entre las manos, ¡la perra de mi madre!, la Luli, hermosa hembra de clase distinguida que no cuestionó el linaje de quien fue su compañero y que le entregó a mamá el retorno a los juegos de sus propios hijos, quiso llorar al sentirla feliz, quiso convertirse en otro animalito y correr entre sus hermanos, elevarse entre las manos de quienes buscaban entregar caricias, y apoderarse de los pechos inundados de leche de quien se la otorgaba, había anotado todo, la lista estaba recién comenzando pero había entendido el final, ¡la perra de mi madre!, había conseguido humanizarla, olvidarse de si y recordar plenamente la maravillosa virtud de la vida, la misma que no importaba ver caer.
Mama seguía en la línea contando las travesuras, de cómo buscaban uno en otro el calor durante las frías noches, de las emociones de sus llantos tenues, los movimientos que empezaban a realizar a medida que la musculatura se afianzaba, sin notar que Anita hacia un paralelo con sus hermanos, de la misma forma que un día hicieron, durmiendo de pares en camas de poco abrigo pero emocionalmente cálidas, de pasos de niñez a juventud y el descubrimiento del mundo de la misma manera como lo hacían esos pequeños, pudo entender esa felicidad que el dolor le dejaba percibir, los cuestionamientos de perfección un manojo de tonterías sin razón, podía sentirla feliz y eso importaba, descubriendo en ellos el mismo aprecio perfecto que dejo impreso en el total de hermanos, la oportunidad de percibirla, nublando los malos minutos que perdían importancia para ir a ofrecerle un cálido beso en la mejilla y agradecer la oportunidad de vivir, de convivir y de ser, con todos los equilibrios y desequilibrios que la conformaban una mujer que ocupaba un lugar en ese numero de hijos, por la oportunidad de acercarse y limpiar su casa, cuidar de sus plantas y en esta oportunidad descubrir ese amor que la niñez percibe, la juventud nubla, y la adultez se encarga de olvidar, para que el irremediable dolor de los años nos refriegue en la cara todo el tiempo perdido al no comprender el valor de los afectos.
No quiso dejar de escucharla, pero ya era tarde y debía partir a casa, le ofreció un beso con la esperanza que lo percibiera distinto, la nostalgia de un mundo que se caía a pedazos no fue suficiente al comprender la magia de los simples minutos que le devolvieron las fuerzas y esperanzas juveniles, el aire de noviembre le pareció genial, la noche mágica y la lluvia que a esa hora se dejaba caer, un llanto purificador que termino elevándola por encima de sus temores, ¡la perra de mi madre!, decía en voz baja, sonriendo al mirar los rostros de espanto cuando saliera de sus labios que lo mejor que aprendió aquella tarde se lo había enseñado la perra de su madre. Algunas cuadras distanciaban su casa del sitio donde acababa de salir, un taxi en la esquina con las luces de estacionamiento encendida le llamaba, el teléfono mantenía llamadas perdidas de quien podía llegar en cinco minutos a buscarle, pero no era lo mejor, se sentía alegre y la noche la invitaba a caminar, los zapatos bajos acariciaban sus pasos y todo parecía ir mejor, la ciudad a media luz y el viento empujando su espalda, decidiendo que no había nada mejor que caminar, volviendo a traer a la memoria los detalles relevantes de unos años que seguramente no volverían, y en los cuales encontraría las mejores formulas para los que estaban por venir, no fue capas de dejarse vencer por la rutina y partió, decidida a mirar las cascadas de imágenes que eran tan familiares que les había perdido el valor de tenerlas, una niña en brazo de una mujer, una anciana intentando subir a un auto, un joven tomando entre sus brazos a su amada compañera, un rostro frío en medio de la nada con el bolso del trabajo lleno de cansancio, acelerados vehículos en busca del tiempo que perdieron, luces titilando por la falta de mantención, un mar de grietas que nadie se hacia responsable, carteles de campañas de años anteriores de los candidatos que nunca ganaron, murallas con groseras imágenes de quienes no percibieron el mundo como ella parecía vivirlo, cruzando los pequeños charcos sintiendo el frío en la piel, la emoción de comprender las incapacidades que gritan perdón y arrepentimiento, la fuerza de una humanidad sometida a sus mentiras, oyendo a Cristo en sus tímpanos para empujar por lo que quedara, no importaba cuanto, ni quien se opusiera llenando de maldad los días, ella se percibía distinta, luchando contra aquellas cosas que la hacían lo que no quería ser, sin esperar que otros fueran como ella nunca lo soñó, su vida, sus días, sus sueños, sus afectos, mezclados todos con la importante sensación de vivir conectada a imágenes familiares de años anteriores o otros por venir.
En la esquina siguiente una mujer rodeada de hambrientos hombres a la espera de los alimentos que junto a su hija vendía por las noches, saboreo el aroma a fruta, carnes y frituras revolcándose en un manjar de grasas saturadas, ¿Por qué no?, saludo con cordialidad, miro notando como la observaban, deteniendo las carcajadas y las palabras incorrectas de los robustos clientes, a un costado un perro se rascaba la panza con insistencia, salpicando la tierra con las criaturas que no dejaban de molestarlo, ¿Cómo se llama?, para demostrar que no le importaba su afán de expeler pulgas entre la comida, ¡luky!, que lindo y de que raza es, ¡Quilterri!, contesto un intruso sacándole risotadas a sus colaboradores, la mujer puso delante de ella un trozo de carne cubierta con una capa de palta que escapaba de los extremos, sobre ella un baño de aditivos que fue agrandando la montaña, su boca se llenaba de ansiedad aunque la toxicidad del alimento no era lo mejor, pero que importaba, eran sus minutos de gloria, olvido y gustos reprimidos, lo saboreo como si nunca lo hubiera probado, sus dedos se llenaron de la pasta que caía por los costados, haciéndola ingresar nuevamente al pan para continuar, ocho minutos dedicada al placer, con los oídos perceptivos a los cuentos de los acompañantes, los ojos fijos en el animal que parecía desinteresado en su manjar, continuando con su rutina de eliminación de la plaga que se empecinaba devorarlo. Cancelo la deuda de la exquisitez, agradeciendo la compañía de los individuos, la noche plena de un verano invernal y la brisa de un recuerdo lleno de emociones, disfrutando la soledad de sus pasos se alejo, llevando la compañía colorida de un puñado de luces en hogares que no le pertenecían, observando las pinturas, ventanas y flores, desinteresándose de alcanzar esas metas terrenales que anteriores años la hacían empujar por un bien que caería victima de la corrosión, doscientos pasos contabilizaron sus ojos de un grupo que bebía escondido en una esquina, la distancia extrema de dos postes de alumbrado eran cómplice de los reunidos en esa solitaria noche, pensó en el temor, en las causas de esas malas decisiones que en un segundo se lleva la vida, por no huir de esa condición de inseguridad, quiso cruzar en medio de la calle, dejar de avanzar en busca de quien la llevara en dos segundos a su imperio de ladrillos, mas el miedo no fue capaz de apoderarse de las decisiones, avanzo sin dejar de observarlos, ninguno superaba los 20 años, creyó imaginar entre ellos a alguno de sus hijos, derritiéndoles las miradas al cruzar por sus caminos, nadie pronuncio palabra alguna, abriendo entre ellos una ruta segura donde todos parecían protegerla, estamos tan solos, dijo para si, sintiendo el reclamo de un Dios que volvía a recordarle el segundo mandamiento.
La humedad de la noche le acompaño el resto de camino, nada la detendría de llegar a esconderse en los brazos de quien pertenecía, la luz de las ventanas a medio abrir parecían esperarle, el interior tibio con un aroma a te deslizándose por las paredes, la música con un toque de perfección y los pies ansiosos de detenerse durante una eternidad, muros de colores tenues, un imperfecto olor a cigarrillo que murió un par de minutos antes de su arribo dejaban el ambiente cómplice de un espacio construido por ellos y para ellos, miro las escaleras sin intensión de subirlas al final de ese arco iris las habitaciones continuaban desiertas, los hijos de un ayer extenuante solo eran parte de un recuerdo, los gastos de educación que reprimieron sus excentricidades dejaron el orgullo de haberlo hecho sin necesidad de otros participes, un logro que solo a ella le pertenecía, ahora estaba allí esperando que la vida le diera nuevas razones para olvidarse de ella y entregarse a algo mas importante por que continuar, si el tiempo fuera el indicado ¿que haría?, dejar que crezca la humanidad en sus brazos ciegos a verdades que hoy parecían primordiales, esconderse del viento detrás de los cristales y continuar con unas letras borradas por la rutina, jugar con luces de esas emociones que empatizaban con los concurrentes diarios y esporádicos de sus caminos, dejando en el paso de su tiempo algo que verdaderamente importara, las aves que su nido protector por ciclos de tiempos protegió, hoy habían emigrado viviendo a la espera de un afecto que se desvanecía por las mismas causas que ella dejo el suyo, otorgándole un vacío que anheló recuperar y al estar disponible se llenó de nada, sin saber que hacer con una libertad que ya no quería. Pronto vendrían los hijos de los hijos en busca de un amor distinto, volvería a oler el perfume encantador de un recién nacido, la suavidad de un rostro poético, la complacencia de los primeros nuevos pasos, la inmortalidad de las primeras palabras y ver el cielo al contemplar la continuidad de sus semillas, cubierta con mas años y emociones forjadas con las experiencias acumuladas, ¿Quién le diría como temer, amar, vivir, ser luz, abrazo, emoción?, ¿Quién? Si la vida en la cima repetía que era hermoso contar los años venideros sabiendo por experiencia que componía un día, como se diluían los meses y como en cortos años la constancia alcanza los sueños, desparramando unas frases compuestas entre el silencio que le pertenecía; ¡viví!, el aire suficiente para saber el placer de respirar, ¡viví! El frío empedernido azotando sin piedad, para darle el privilegio a algún extraño mis abrigos, ¡viví! El valor de los estudios para hacer en mis cuadernos nuevas notas con mis días, ¡viví! El odio de quien muere cuando juzga que el amor se escapó sin argumento y entre mares de pretextos se olvidó lo que era amor, ¡viví! El soplo destinado que el tiempo dio con causa, para irme agradecida sin decir que quiero más, ¡viví! Y aun sigo con vida, en la hoja primeriza de un compendio por vivir, dejaré que venga el viento con las fuerzas que le plazca, con la calma haré mis rosas cual espada de David, derrumbando a Goliat de este tiempo que aún queda por vivir.
Escasos minutos de palabras internas, un hilo de lágrimas por las mejillas, mordiéndose los labios con una sensibilidad que la llenaba de paz y ganas multitudinarias por desgarrarse en llantos, sintiendo las emociones como grandes puñales quebrándole la garganta, dejando sus rodillas agrietadas por las bendiciones que cruzaron sus notas y hoy, después de tantos años pudo acariciar. ¿Sabes como percibí a mi madre hoy?, ¡no! contesto sin curiosidad desde la otra habitación su esposo. la pude imaginar con pocos años y llena de críos en sus faldas, recorrí su cuerpo herido por la tropa de depredadores que absorbían su tiempo, fuerza y amor, dejando las migajas de todo lo que la componían para repartirlas entre ella y papa, ¿Por qué no enseñan a vivir en las escuelas?, un montón de trabajos de inicio a fin de los días, para continuar lapidariamente por meses que terminaron facturando los años, la percibí entre los gritos buscando comprensión, imponiendo mandato a un puñado de perritos que solo querían corren unos tras otros sin razonar, ¿dijiste perritos?, se detuvo en un instante pidiendo silencio. ¡Si! Dije perritos, a pesar de todas las quejas que acostumbra cargar sobre los animales que la acompañan y ante la desesperación de nuevas crías entre la perra de raza y el animal con raro aspecto, a pesar de las continuas desilusiones que veía venir y los acontecimientos que no esperaba resolver, a pesar de todas esas inquietudes, con el correr de los días viendo un manojo de ocho perritos enterrándose en busca del cobijo de su madre y los pechos ardientes de alimento, compitiendo por absorber las gotas otorgadas en el escaso numero de pezones, a pesar de todo ello, percibí una cuota de humanidad que me llevo a sus años de crianza, la emoción la transformo, de la misma manera que fuimos transformándola con nuestra llegada, la perra los tuvo de una vez, pero ella vivió ocho etapas distintas con la llegada de aquellos que anhelo, acepto y lloro por no comprender como Dios se engolosinaba entregándole críos, pude ver como sus ojos brillaban al verlos llegar, sonreír con una libertad que de seguro correspondía a sus primeros años, ¿Qué niño no añora un perrito con quien convivir la existencia?, mientras un puñado de padres olvidan que hay emociones que solo pueden entregar quienes las derraman en abundancia, perversa humanidad que aun no sabe el valor de las emociones, derrochando sin conciencia a esos que la tienen enterrada en los ojos, la misma que vi en mama al verlos crecer, resbalando en el piso sin lograr unir un par de pasos, como nosotros también hicimos, la vi recoger la mierda desparramada en el piso como tantas veces hizo con sus hijos, cubriéndolos en sus brazos, entonándoles arrullos con voz infantil, desterrando las plagas que se enviciaban en su sangre, reventando con las uñas las enfermizas plagas que se llenaban de los nutrientes de su sangre, pude vernos, verla y percibir que ser madre jamás se olvida, pero no se aprende como enseñar lo necesario que se vuelven los hijos a medida que se fortalecen los pasos mientras propios decaen, quiero verla, quiero compartir su silencio y esas gotas de juventud que dejaron sus inviernos, revivir nuestros años recorriéndola, quitando el empuje que hoy transmitimos desde el escalón que ella puso en nosotros para alcanzar esas cosas que vimos distante, quiero jugar con sus nuevos hijos y ofrecerles mis brazos, siento cuanto le importan y con ello nutro mis traumas al ver cuanto le importe, no seré yo quien deje de llevar mis pies donde ella, para recobrar las huellas a favor de nuevas y emocionantes heridas de amor, hoy percibí a mi madre por todas las etapas de su vida, y en cada una estaba presente, recibiendo este amor que hoy brota en mi, con fuerzas de dar mas, de improvisar nuevos días, de creer mas en Dios, de no bajar los brazos aun cuando solo espere alcanzar los tuyos. A esa altura sus ojos no contenían la emoción haciendo que su oyente se llenara de nudos recordando a los suyos, agradeciendo por aquellos que aun estaban a la espera de verlos llegar y ser los recipientes del agradecimiento que desperdiciaron otorgar, la vida con sus cumbres imponentes y las florecientes planicies donde aun quedaban razones para disfrutar los lazos que creyeron no necesitar, emocionándose por los recuerdos que no compartieron pero al fin de cada huella la similitud de tenerlos presente, con los tonos impresos de esos a quienes pertenecían, compartiendo la dicha de ese hijo que Cristo compartió con entusiasmo al intentar describir la dicha de un padre al recobrarlo, o el perfecto argumento que el amor todo lo puede, y que nunca es tarde para honrar a quienes con todas sus virtudes y carencias, nos dieron la oportunidad de la vida, con grietas y heridas, pero vida al fin, con sus huellas dolientes y sus caricias tenues, pero vida al fin, con sus caminos rectos y las cimas deformes de piedras machacadas, pero caminos al fin, con las riquezas de sus nutrientes que afanaron conseguir debajo del sol, para descubrir que todo era vanidad, pero vida al fin, la misma que la perra de su madre, volvió a poner delante sus ojos, en busca de un sol distinto aun con la oscuridad de la enfermedad, y el arrepentimiento clamando con los brazos extendidos el perdón que el egoísmo nublo con tantos requerimientos, porque de vez en cuando se gasta una vida para terminar con los ojos abiertos en dos instantes que enseñan, que aun hay mucha razones porque vivir y a quienes agradecer.
Aquella noche la soledad los acompaño, unos tragos suaves y conversaciones de tiempos remotos para reconocer aquellos hilos que fueron puentes entre sus vidas, la distancia se encargo de buscar la manera de unirlos y ambos inventaron las razones de soportar la compañía, parecía todo concluido, a la espera de esa soledad que de seguro llega con los años, mirando esas circunstancias que fueron las raíces que dejaron en las generaciones jóvenes, ¿Qué se dirá de nosotros?, los hijos, nietos, sobrinos, y tantos mas que componen parte de la historia, edificando las emociones por esos instantes de gloria que se obtiene sin necesidad de desembolsillar dinero, las grandes circunstancias que también marcaron, un beso a media noche, cubriendo el cuerpo frío como tantas noches se encargaban los padres de realizar como un rito de preocupación, la palabra justa cuando nadie parecía tener razón, construyendo en quienes menos se lo esperaban el valor de haber vivido, las amistades que se dispersan luego de concluir etapas de trabajo, llevándose lo que parecía mas importarnos, los ausentes, los que estrecharon la mano o empujaron la espalda cuando fue preciso, trazos de letras fieras otorgándole a la vida el ingrediente perfecto, por aquellos que no estaban y esos que aun no participaban de las hojas por vivir, ¿valió la pena?, ambos sabían que si, con todos los males agrupados en la experiencia acumulada, podían volver a la presencia de Dios y escucharlo contar en la preexistencia todo lo que venían a experimentar y sin la conciencia de lo que era el dolor, aun ahora con todo lo que significaba, estaban dispuestos a aceptar una y mil veces, por todos esos segundos que merecieron vivirse, por aquellos que impusieron en sus muros sus huellas y el agradecimiento de esos que justificaron tenerlos por un instante de gloria experimentado, de esas glorias simples que en definitiva nos confirman el valor de ser familia.
No pudieron desnudarse sobre los sillones para sudar placer, no era necesario, no llenaron de humedad empañando los cristales, no pudieron, no gozaron la perfección de los cuerpos, no los tenían, ahora el amor se había encargado de usar las buenas emociones para respetar el paso de los años, para desnudar juventud en las manos recorriéndose agradecidos, respetando las huellas de las batallas enfrentadas, reunidos, unidos y felices de seguir luchando por tenerse.
A primera hora desayunaron juntos en la cama, un fin de semana mas para olvidarse de ellos y pensar en los demás, llenando un día con la satisfacción de haber hecho lo correcto, dos besos simples sellando un ayer, para ir a favor de otro presente, ¿debería escribirlo? Dijo Anita mirándole a los ojos, ¿escribir que?
Escribir mi vida, los vínculos que son parte de ella, juntando lo que importa, para no volver a olvidarlo, llevar mis notas fijas para recurrir cuando todo colapse, y deje de percibir que por estos segundos lucho y vivo, ¿crees que debiera escribirlo?..
Creo que todos tenemos distintas maneras de valorar y no olvidar, si crees que debes, solo hazlo, ya veras que el tiempo dará su aprobación.
A las 10:00 a.m. llego a casa de se madre, un aroma extraño la recibió, junto a una multitudinaria jauría de perros revoltosos en busca de unos trozos de alimento, habían crecido y con ello disminuido la fuerza de la perra que ya no soportaba el dolor en sus pezones desgarrados, se vio en ella cuando la maternidad estuvo en su existencia, los ojos cansados, la panza voluminosa junto a un revoltoso cabello que se caía por los sillones, se acerco para saludarla, desplazando suavemente las manos por su pelaje que agradecía tan noble gesto de humanidad, preguntándole por sus crías que se lanzaban en busca de un saludo que aun no les llegaba, fue imposible detenerse en ella por un tiempo razonable, ocho crías revoltosas mordiéndose las colas, saltando alrededor buscando la atención que no conseguían, ¿Cuál de ellos seré yo?, no conseguía distraerse de la comparación, cuatro hembras y cuatro machos, con matices negros pigmentando las hebras blancas de su pelaje, ¡como apartarlos! Como dividir un grupo de hermanos en el inicio de la vida, ¡no es lo mismo! Contestando su propio cuestionamiento, recriminando la sensibilidad que llego a causa del dolor, los aparto reuniéndolos en una caja donde dormían por las noches, unas galletas para evitar los ladridos y darse el tiempo de limpiar la casa para eliminar el desagradable aroma, mama ya no estaba para cuidar a nadie, menos a una jauría, un paseo con la escoba por todos los rincones, un trapo húmedo con dosis de desinfectante, la eliminación de los paños contaminados por la orina, buscando nuevos para acomodarlos en el canil, dos horas de servicio que la llenaron de alegría, una taza de te compartido escuchado la juvenil visión de mama con la llegada de los personajes, ¿va a tener que regalarlos?, ella sabia que era lo correcto, percibiendo que nuevamente volvía a perder de uno en uno a sus hijos.
Vamos a ver si los nietos quieren llevarse alguno, ¿le parece?
Si, respondió con algo de alegría y nostalgia.
El Tomás ya eligió a uno, aunque cada semana cambia de parecer, me dio risa oírlo despedirse de ellos la semana pasada, les decía, chao uno, chao dos, chao tres y así continuo hasta el numero ocho, encontró el nombre adecuado de cada uno para no complicarse la existencia, los niños tienen grandes dosis de sabiduría innata, veremos que dicen el papá, aunque no hay nada que un par de lágrimas no consiga.
Yo llame a tu hermano y dice que se llevará uno, así por lo menos tendré menos trabajo, continúo con la misma alegría nostálgica.
A la perrita hay que operarla, veremos como nos conseguimos el dinero para llevarla a un veterinario, ya completó su existencia de hembra y no podemos dejar que continúe trayendo tantos bebes sin tener los medios para cuidarlos. Allí noto un cuadro de similitud en entre ellas, si el juicio hubiera sido el correcto quizás solo tendría un par de hermanos y no los ocho que componían la familia, pero junto a ello la desdicha de quienes a fuerza conformaron sus hermanos, a pesar de todo se tenían y nada había sido mejor que las mismas diferencias.
Un mes después Tomás se llevo un par de machos a casa, uno con una mancha oscura en su ojo derecho y el otro con la misma mancha en el izquierdo, el Samuel después de tanto insistir partió con el suyo cambiando la opinión de esos que se oponían a recibirlo al instante que descubrieron cuan dulce y tierno era, un par mas a una conocida, esperando a otros que pronto vendrían por los suyos, devolviéndole a la casa una segunda soledad. Dos semanas después de la partida la abuela llego donde el Tomás a participar de las reuniones sabatinas y los nuevos integrantes de la familia salieron a saludarla recodándole que siempre le pertenecerían, corrían de lado en lado mordiéndose la cola, salpicándose las patas por las posas de agua que aún quedaban en el pasto, recorriendo cual osados aventureros los árboles de un reino que hicieron suyo, mordiendo todo lo que encontraban, alegrando a quienes les observaban al recordar como la madurez nos quita la alegría de aventurarnos, el Tomas se los llevaba de rato en rato a los brazos, jugando con sus nuevos hermanos menores que se afanaban por masticarle las orejas, sacándole esa risa que nunca los juegos de video consiguieron, humanizándolo, así como Anita descubrió que la perra de su madre hacía no solo con ella, sino que también con todos los que descubrieron paralelos haciéndoles reconocer, lo que tuvieron, lo que tenían y todo lo que aún les quedaba por construir, junto a un grupo de invitados no esperados, que llegaron a recordarles lo que siempre creyeron saber.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Clases de Salsa, ejecutivos (as) pieza 14.
A mis habituales lectores mis disculpas, no es que alla dejado de escribir, estoy metido en una novela que es mas larga y complicada de redactar, una devocional redaccion a mi hermanita y madre, un proyecto con Paola y Esther Vidal para nuestro segundo libro y el cuento que nace en la Hidroelectica la Confluencia, aca les dejo una pequeña historia que la compone...
Uwe Krause no encontraba las palabras apropiadas para mandar a la mierda al trió de bailarines que no habían considerado la hora en que impartían sus clases, el Toro improvisaba unos pasos misteriosos tratando de explicar lo que Dante demostraba tomando entre sus brazos al Felix, ninguno de los tres quería decidirse quien era la mina del grupo, un poco distorsionados por la extenuante jornada solo se dejaron llevar por las risas, inventando circunstancias imaginativas en la pieza catorce del sector ejecutivos, Dante tenia el ritmo, Felix las ganas de aprender y Toro puras ganas de hueviar, considerando que despertar al Aldo daba lo mismo, si al final igual llegaría tarde a la oficina y como las paredes estaban para aislar el frio, lógicamente también contendrían la música que a esa hora hasta el sueño del Ñaño interrumpía, Uwe no daba mas pero la Darling estaba durmiendo, o como pensaba el grupo de bailarines debía de estar sintiendo los síntomas de la triquinosis, las carcajadas no consideraban los decibeles en aumento, ni tampoco que al ir elevando el volumen de las risotadas, les parecía cada vez mas conveniente aumentarle a Mark Antoni para que entonara y quedaran las parejas hechas.
La puerta recibió un suave golpeteo como para no detener el hueveo sin molestar a tan distinguidos profesionales, el mas repuesto de los tres movilizo su dedo en las teclas del control remoto del equipo musical, dejando ir unos pocos decibeles mientras Dante continuaba insistiéndole a Felix que el no era la mina. Dos veces mas la puerta se sacudió levemente, esta vez haciendo que los tres reaccionaran, incluso Mark Antoni tarareo un rato haciéndose el desentendido.
Buenas noches, saludo cordialmente un hombrecito indumentado como agente de control de protestas callejas, buenas saludaron los tres.
Recibimos una llamada telefónica informando que en uno de los dormitorios se estaba realizando una fiesta no autorizada, le agradeceríamos que respetaran a quienes viven en este sector, moderando el volumen y las risotadas.
Nos llego al p…o dijo el toro con su habitual vocabulario del diccionario de Daniel Vilches, el Dante aun no se daba por enterado que se trataba de ellos, y Felix no conseguía que las piernas entendieran que era salsa y que la fiesta no autorizada hacia referencia a ellos, incluyendo a Mark Antoni.
Disculpe, denos unos minutos y acá no ha pasado nada, ¡nada!, no se dieron por enterados que un par de militantes lorescos le estaban sacando la foto desde las primeras horas, no habían sido los únicos que comenzaron con los disturbios, ya habían contabilizado a unos cuantos que escaparon cuando visualizaron que ya se habían prendido varios.
Puta guevon la cagamos, de seguro mañana tendremos que ir a poner la cara y el chipamogli de seguro ya esta dateado, tranquilo dijo el Toro, ¡son huevas que pasan!
Los dos invitados recurrentes se despidieron confirmando que la clase continuaría, aunque olvidaron prometerse que no harían comentarios al respecto, la altura de esas habitaciones debe haber perjudicado a ambos, ya que el camino les parecía zigzaguear. Ninguno de los dos hizo escándalos en los dormitorios de ejecutivos, el agua de la ducha aquella noche paso al olvido y el compañero de cuarto no supo hasta la mañana que el acompañante le gustaba dormir con la ropa puesta, el sol en la cordillera parecía aparecer de madrugada y aunque las nubes grises amenazaban con la tempestad perfecta, el trió se las ingenio para pasar desapercibidos con sus lentes oscuros a las 8 am en la plataforma sin notar que estaba mas oscuro que el atardecer anterior. Felix aun con los mareos propios de quien no acostumbra a bailar tanto por las noches, se despacho un diplomado en la brillante cubierta del Wc, fue Alejandro Lynch quien escapo ante tan emocionante encuentro matutino en el baño de varones, conteniendo las ganas en busca del otro espacio habilitado para orinar, al final era viernes y solo unas horas mas para retornar a casa a recobrar la emoción del espacio ideal, Aldo y uno recurrente en la oficina de informática volvieron a encontrarlo en su puesto de trabajo, a punto de morir y sin ganas de recuperar toda la comida que había eliminado unas horas atrás, ¿Qué paso a noche?, pregunto sin insistir el Aldo, e igual que una muñeca con una grabación en su interior comenzó a describir lo acontecido sin siquiera que lo apretaran.
Esa tarde de viernes las bromas en diseño se ensañaron con las clases de salsa y el trió de bailarines que a esa hora ya no podían controlar las risotadas les recordaba a la mayoría que ellos controlaban el servidor, al fin era viernes, el bus dejaba tiempo para recuperar el sueño de vuelta a Santiago y al lunes todo estaría olvidado, aunque no falto que una proveedora de Concepción preguntara que día se daban las clases en la pieza 14, en la hidroeléctrica la Confluencia, menos mal que Mark Antoni se acostó temprano gracias a los reclamos del Uwe que aun no aprende a mandar a la mierda en castellano, cuando un montón de revolucionarios vuelven a recuperar las ganas de ir contra la corriente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)